Como si se tratase de los últimos partidos de la temporada, los líderes políticos llegan al final de la campaña con las fuerzas justas, hasta el punto de que ayer ni siquiera se acordaron ya de avivar las varias polémicas que han acaparado sus discursos durante las dos últimas semanas.
Quizá por ese agotamiento, quizá para rebajar un nivel de crispación que amenazaba con elevar incluso más la ya de por sí elevada abstención que tradicionalmente acompaña a los comicios europeos, el presidente del PP, Mariano Rajoy, se decantó ayer por los mensajes positivos y sostuvo encontrarse «tranquilo» y «esperanzado» ante la cita con las urnas del domingo.
El líder conservador, que no considera que estas elecciones sean una «reválida de absolutamente nada», proclamó que su único objetivo consiste en «ganar, y por cuánta más diferencia, mejor».
Eso sí, el popular pretende que el respaldo de la ciudadanía a su partido tenga consecuencias tan inmediatas como drásticas en la política doméstica, hasta el punto de que un apoyo mayoritario al PP serviría para «acabar con un Gobierno que solo sabe hacer frases y eslogan, en ocasiones haciendo el ridículo». Buen ejemplo de ello es, según el jefe de la oposición, «eso del acontecimiento planetario», expresión que empleó el miércoles la secretaria de Organización del PSOE, Leire Pajín, para referirse a la coincidencia de Obama en la Presidencia de EEUU y de Zapatero en la jefatura de la UE.
A juicio de Rajoy, al margen de semejantes ocurrencias, el Ejecutivo «solo se ocupa de los líos, de los Falcon -los aviones militares en los que el inquilino de Moncloa ha acudido a algunos mítines- y de generar problemas», mientras que «lo que necesita el país es un Gabinete que resuelva los problemas de la gente».
En suma, el jefe de la formación de Génova proclamó que hace falta «sensatez y sentido común», y con ello, «acabar con la broma» en que se ha convertido el mandato de Zapatero. Acto seguido, Rajoy puso énfasis en reclamar «algunas ideas claras», objetivos definidos y un programa nítido contra la crisis; en resumen, una política económica entendible» que ponga fin a la «sucesión de chapuzas y de improvisaciones».
En cuanto a la campaña, el conservador consideró que no está siendo «más dura o más áspera» que otra, aunque sí se acordó de la «anécdota» protagonizada por el consejero madrileño Juan José Güemes, que aseguró que los únicos brotes verdes de la economía «son de marihuana y se los ha fumado el Gobierno», y el ministro Sebastián, que, como réplica, se preguntó si tales brotes se cultivaban en la sede del PP.
