Con seguridad, el Burgos va a jugar la fase de ascenso a Segunda B. Ya sea a base de fútbol, que de momento ofrece muy poco, o gracias a las ayudas arbitrales, algunas verdaderamente sonrojantes, que el conjunto burgalés recibe (sin pedirlo) por parte de unos colegiados que saben perfectamente lo que tienen que hacer para contentar a aquellos que deciden los ascensos y descensos de categoría.
Probar esta afirmación no es difícil, basta con “tirar” de archivos videográficos y ver (por ejemplo) los penaltis que al Burgos le han pitado a favor en los dos partidos que ha jugado esta temporada en Segovia, ya que el de La Granja fue de risa, y el de ayer en La Albuera fue para desternillarse. Pero no encontrará el lector ni un solo entrenador de un equipo de Tercera que se atreva a proclamar a los cuatro vientos lo que todos sí comentan en privado, que el Burgos recibe un evidente trato de favor por parte del colectivo arbitral. El miedo a las represalias es demasiado grande.
Ayer, en el campo de La Albuera, primero mojado y al final nevado, el único equipo que mereció marcar goles y ganar el partido fue la Segoviana, que con las ausencias de Ramsés, Yaco y Roberto, y con varios jugadores (Calleja, Rubén, Molina) que acaban de superar procesos gripales, no sólo tuteó a un equipo físicamente muy fuerte como el Burgos, sino que incluso fue capaz de ser fiel a su juego de toque a pesar de que la presión visitante puso un nudo en la garganta a los aficionados en más de una ocasión.
El equipo de casa tardó cinco minutos en hilvanar una buena jugada ofensiva, pero cuando lo hizo fue para conseguir el 1-0. Víctor Pérez y Otero conectaron bien en la banda izquierda, De la Cruz ejecutó un gran desmarque en profundidad, y cuando recibió el balón en el pico del área grande se le envió a Manu, que solo ante Aurreko le superó con un lanzamiento flojo. El esférico lentamente se fue hacia la portería, pero Agustín se encargó de meterlo dentro ante la pasividad del central Colina, que se durmió pensando hacia dónde iba a despejar, y se vio sacando el balón de debajo de su marco.
El tanto azulgrana espoleó al Burgos que puso un ritmo infernal a su presión hasta obligar a la Segoviana a despejar en muchas ocasiones en largo para quitarse el agobio de encima. Sin el balón, el equipo de Álvarez de los Mozos es tan ordenado como ambicioso, el problema es que, con el balón en su poder, no muchos supieron lo que hacer con él. Sólo Zazu llevó un cierto peligro sobre el marco de Durán en un remate escorado que el portero de la Segoviana detuvo en dos tiempos.
Pudo la Segoviana marcar el segundo gol en otra vertiginosa acción que se inició en la banda izquierda y terminó en la derecha, con Manu superado de nuevo a Aurreko, en esta ocasión por alto, sacando un defensa prácticamente bajo los palos. Así que al descanso se llegó con la mínima y justa victoria de los de casa, que no pasaban por apuros defensivos ante un rival carente de fútbol.
En el segundo tiempo volvió a apretar el equipo visitante, que jugando a favor del viento se acercó bastante más a las inmediaciones del área de Durán, aunque sin lanzar a portería. En uno de esos acercamientos, Lezaun recibió un balón dentro del área de espaldas al marco gimnástico, y envió hacia la frontal, donde no había un compañero, sino un contrario. De repente, el jugador del Burgos cayó al suelo, y el árbitro pitó penalti ante el asombro de todos los jugadores. El Burgos ya tenía su ayuda para empatar el partido, y Txitxo no falló desde los once metros.
Los jugadores de la Segoviana estuvieron a punto de volverse locos ante un ¿error arbitral? que había propiciado un injusto empate. Y de hecho tardaron más de media hora en recuperarse del mazazo, tiempo que aprovechó el Burgos para tomar aire, crear un par de ocasiones a la contra que fueron abortadas por sendos fueras de juego, y dejar la sensación de que el partido estaba cambiando de signo. Pero cuando la Segoviana despertó, la portería de Aurreko pasó por muchísimos apuros.
A seis minutos del final, Mario Molina remató absolutamente solo en el área pequeña un gran servicio de Otero, pero su cabezazo se marchó fuera. Otero la tuvo poco después, pero Aurreko respondió en gran intervención, y en los compases finales, cuando la ventisca había teñido de blanco el campo de La Albuera, Segovia no llegó por milímetros a un remate cruzado de Javi de la Cruz. Así que el partido acabó en empate, la Segoviana con la sensación de que le habían birlado dos puntos, el Burgos con la alegría de sumar gracias a una ayuda arbitral no pedida… y el colegiado Arenal Gómez con la sensación del deber cumplido.