La “voz blanca” encargada del solo con el que comienza esta pieza musical compuesta por Antonio Hidalgo en 1874 fue por tercer año consecutivo la del niño Roberto Alonso Pindado, de la Escolanía de Segovia, que con un inusual aplomo cantó las alabanzas del “siervo bueno y fiel” arropado no sólo por sus compañeros del coro, sino por los segovianos que escucharon la interpretación.
Tras la interpretación del villancico, aplaudido por todos los segovianos, dio comienzo la liturgia eucarística dedicada al patrón de Segovia, presidida por el obispo de la Diócesis, Angel Rubio Castro al que acompañaron como concelebrantes los miembros de los cabildos de las catedrales de Segovia y Avila.
Mientras discurría la ceremonia religiosa, en la Plaza Mayor la música era la protagonista, con las actuaciones del grupo de danzas de la Asociación “Andrés Laguna” y la banda de la Unión Musical Segoviana.
Junto a los soportales de la Casa Consistorial, la Sociedad Micológica Segoviana realizaba la ya tradicional exposición de setas de temporada.
Tras concluir el acto religioso, y desde el quiosco de la Plaza Mayor, el músico e integrante del grupo Nuevo Mester de Juglaría, Francisco García Bermejo dio lectura al “Romance del Santo Eremita”, en el que se cuenta el milagro atribuido a San Frutos frente a las huestes sarracenas en el Duratón.
Posteriormente, el alcalde de Segovia, Pedro Arahuetes entregó al cocinero Ignacio García Pérez, responsable de la Asociación de Cocineros Segovianos el título de “Amigo de San Frutos” instituido por la Venerable Cofradía del Paso de la Hoja, con el que se reconoce la desinteresada labor de los profesionales de la cocina segoviana en las tradicionales “Sopas del Santo” que en la madrugada del día 25 confeccionan como preludio a las fiestas.