La plantilla azulgrana, que aterrizó en el aeropuerto de El Prat a las seis de la tarde, recorrió algunas de las calles más importantes de la ciudad en un autobús descapotable, en cuyo piso inferior iba cómoda y confortablemente instalada la ansiada Copa de Europa.
Flanqueado por numerosas unidades de la Guardia Urbana y los ‘Mossos d’Esquadra’, arrancó una caravana interminable que terminó su trayecto en el Camp Nou, donde el club celebró una gran fiesta con los aficionados para celebrar los tres trofeos conseguidos esta campaña.
Un reguero de personas flanquearon las principales arterias de la Ciudad Condal, desde el puerto de Barcelona, donde la rúa inició su recorrido, hasta las inmediaciones del coliseo blaugrana, que se llenó horas antes de que arribara el equipo.
Banderas colgadas de los balcones, miles de personas con bufandas y otros distintivos azulgranas, apostadas en todas las aceras, jalearon a los hombres de Pep Guardiola al paso de la caravana, que empezó en la plaza de las Drassanes y recorrió el paseo de Colón, la Vía Laietana, las calles Pelayo y Fontanella, la ronda Universidad, la avenida Sarria y la travessera de les Corts antes de llegar al Camp Nou.
Vestidos con una camiseta azul en la que podía leerse ‘Copa, Liga y Champions’, los jugadores del Barcelona se lo pasaron en grande encima del autobús descapotable. Como ya ha ocurrido en otros festejos, el defensa Gerard Piqué ejerció de animador, arengando a los aficionados a entonar sus cánticos y rociando con cerveza y cava a todos sus compañeros.
Otro de los que disfrutó como un niño fue Dani Alves, que, ataviado con la clásica barretina catalana, no paró de saludar a diestro y siniestro, abrazarse con todos y sonreir a los más pequeños.
Algunos como el meta Pinto prefirieron grabar los mejores momentos con una cámara de vídeo. Otros, como Andrés Iniesta, dejaron a un lado su timidez habitual para darse un merecido baño de masas. Valdés se abrazó al joven Muniesa, que no podía creerse lo que estaba viendo y Eto’o disfrutó de lo lindo junto a Henry, mientras que Messi lució divertido un gorro de la Guardia Urbana que pidió prestado a uno de los agentes.
En medio de toda esta locura, Guardiola se mantuvo, siempre con una sonrisa en los labios, en un discreto segundo plano, a lado de Manel Estiarte (jefe de relaciones externas del club), mojado de arriba a bajo por culpa de alguno de los líquidos alcohólicos que Piqué no paró de verter encima de todo el que se cruzaba en su camino.
En algunos tramos del recorrido, los aficionados incluso lograron romper el cordón policial para correr al lado del autocar mientras intentaban mantener fugaces y emotivas conversaciones con los jugadores.
Los más osados treparon a las farolas, se subieron a los tejados de los edificios o se encaramaron a monumentos como el de Colón para tener una visión única del espectáculo. Gritos de ‘Visca el Barça i Visca Catalunya’ o ‘Campeones, campeones’ no pararon de resonar durante todo la caravana, que sació la ansiedad de los seguidores por ver de cerca a sus ídolos.
Al llegar al Camp Nou, los jugadores fueron recibidos por más de 80.000 espectadores que abarrotaban el coliseo catalán. En el césped anexo a La Masía se montó un espectáculo pirotécnico que acompañó las celebraciones, junto a varios grupos musicales.
Ya sobre el césped, los jugadores agradecieron todo el apoyo a la afición y pasearon la Copa a lo largo y ancho del terreno de juego.