El huevo, considerado como símbolo de Cristo Resucitado, se convierte hoy en ingrediente de numerosas recetas de cocina. Entre ellas, la de las llamadas ‘rosquillas de Pascua’, antaño elaboradas por las mujeres de un buen número de pueblos de Segovia. Aunque en muchas localidades esa tradición ya ha desaparecido, todavía quedan algunas donde pervive con todo su esplendor. Valleruela de Sepúlveda es uno de esos lugares.
“Es una receta de toda la vida; a mí me la enseñó mi madre”, señalaba ayer Antonia Martín, mientras mostraba, ufana, un cesto lleno de rosquillas de Pascua. Puesta a ejercer de maestra, explica que, para su elaboración, ella utiliza una docena de huevos y dos claras a punto de nieve. Añade un vaso de aceite, otro de azúcar, una copa de aguardiente, otra de coñac y una cucharada de anises molidos. Para hacer la masa, echa harina, (“la que admita”, dice); “en torno a un kilo”, calcula. Deja reposar la masa un par de horas y, a continuación, hace pequeñas bolas, que luego estira hasta adquirir forma lisa y circular. Y a la sartén, para que se frían. En esta última operación usa un palito, que sirve para hacer un agujerito a cada rosquilla en su centro y, al tiempo, permite que sea sujetada por la cocinera mientras se dora. Ya frita, se deja enfríar. Y por último, pinta, una a una, cada dulce, utilizando una manga pastelera que lleva azúcar glass y clara de huevo.
“Antiguamente —salta María Soledad García, una vecina de Valleruela de Sepúlveda— se pintaban usando un palito”. García también recuerda que, hace décadas, estas rosquillas se hacían el Domingo de Resurrección y al día siguiente los mozos del pueblo recorrían las casas donde había mozas para pedirlas que les dieran alguna. “Lo estoy viendo; llevaban una horca de madera, e iban metiendo en ella todas las rosquillas que recibían”, prosigue García. Al acabar el día, los mozos daban buena cuenta de los dulces.
Como en tantos otros pueblos segovianos, la emigración se fue llevando a la mayoría de los jóvenes, y este rito petitorio se perdió. “¡Pero aquí seguimos haciendo rosquillas”!, exclama Martín, quien asegura que esta receta es uno de los motivos de mayor orgullo para los hijos de Valleruela de Sepúlveda. De hecho, sus mujeres las han presentado a varios concursos de cocina y, en ocasión, para promocionar la localidad, llevaron una bandeja a Iñaki Gabilondo, con la esperanza de que hablara de ellas en su programa de radio.
Otros ritos.- Acabada la austeridad de la Cuaresma y la Semana Santa, llegan ahora días de abundancia de alimentos, en la mayoría de los cuales aparece como ingrediente principal el huevo.
En numerosos pueblos, el lunes de Pascua era “el día de las rosquillas”, en el que los mozos las pedían en las casas donde había mozas.
En Nava de la Asunción, el lunes de Pascua es llamado ‘día de la Junta’, siendo el momento central del mismo una merienda en el campo, que cada familia organiza por su cuenta y en la que no falta ni la tortilla de patatas sin las rosquillas.
En esta eclosión gastronómica hay que citar también la costumbre de Cuéllar de ir el próximo domingo a hacer chuletas a la parrilla al pinar, mientras se ve la ‘Clásica de la Chuleta’, una competición ciclista.
