El Papa denunció ante más de 700 presos del Centro de Readaptación Social (Cereso) número 3, en Ciudad Juárez, uno de los más peligrosos del país, que las cárceles incapacitan a las personas al tiempo que reclamó medidas que frenen “el círculo de la violencia y la exclusión”. Durante su último día en México, Francisco afirmó que sería necesario crear “un sistema de salud social” para evitar que las personas cometan delitos. “La reinserción no comienza acá en estas paredes, comienza antes, en las calles de la ciudad”, exclamó el Papa ante los asistentes.
En este sentido, reclamó que la reinserción o rehabilitación, “como la llaman”, comienza creando un sistema que se podría llamar de salud social, una sociedad para no enfermar, “empezando por no contaminar las relaciones en la barrio, en las escuelas, en las plazas, en todos los centros sociales”. En este sentido, abogó por instaurar un sistema de reinserción social que comience “insertando a todos los hijos en las escuelas y a todas las familias en el trabajo”, así como con espacios públicos. Francisco dijo a los presos que “sufren el dolor de la caída” deben buscar un sentido a su vida, en lugar de justificar los motivos por los cuales se encuentran en prisión.
El Papa Francisco no eludió en México hablar de asuntos tan espinosos como la corrupción, el narcotráfico, la violencia, o la indiferencia ante el sufrimiento y la precariedad. Pero aún no se refirió explícitamente a un asunto que ha sido y sigue siendo motivo de controversia en el país: la desaparición, el 26 de septiembre de 2014, en Iguala (Guerrero), de 43 jóvenes estudiantes de magisterio de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa Raúl Isidro Burgos.
Uno de los supervivientes de este trágico suceso, aún no totalmente esclarecido para las familias de los jóvenes, lamentaba que el Pontífice no haya respondido a la petición de los padres de los desaparecidos de reunirse con él.
Omar se mostró decepcionado ante las expectativas que levantó la visita del Papa a México y las palabras del Pontífice sobre que “no venía a tapar los problemas del país”. Al respecto, reconoció que en sus intervenciones, Francisco criticó a la clase política “e incluso a los clérigos”, “ha hablado de narcotráfico y de los temas de los que dijo que iba a hablar, y está bien”. “El problema es que se lo dice a quienes ese tipo de críticas les resbalan”, recalcó.
En este sentido consideró que “a este pueblo mexicano que está acostumbrado a las telenovelas, y a los circos mediáticos, no le bastan metáforas bíblicas”.
