La cuarta y última de feria, novillada mixta con picadores, se hizo monótona terminando la función con la noche cernida sobre la población cuellarana y bajo la luz artificial. La plaza registró un tercio de aforo. Presidió como en los demás festejos, Juan Pablo de Benito y la corregidora de las fiestas y damas de honor ataviadas a la usanza segoviana, más guapas que nunca. En los novillos de Ginés Cartagena actuaron los forcados Alenquer que fueron muy aplaudidos.
Se lidiaron novillos utreros de la ganadería de El Sierro, procedencia Atanasio Fernández, bien de presentación y de juego, excepto el manso ilidiable tercero de la tarde, segundo de lidia normal.
Gines Cartagena
Hijo del inolvidable rejoneador alicantino de igual nombre, aquel que se anunciaba en las revistas taurinas con el rimbombante “Cartagena, el que las plazas llena”. Pero este joven centauro no alcanza por ahora las dimensiones técnicas-artísticas-mediáticas de su progenitor. Y no es que ande mal, ni mucho menos. Galopadas con buen sentido de la distancia llevando al novillo prendido de la vaticola. Bien. Segundo tercio con cuatro palitroques a una mano, el primero excelente. Caballos de bella estampa, bien domados y toreros. La faena fue relativamente cumplida en sus aspectos más acusados, pero con el rejón de muerte un mitin. Silencio .
Con el segundo novillo de su lote, hubo un instante cual ráfaga pasajera en que astado y jinete formaron una bonita estampa, uno en pos del otro. Cumplió un brillante segundo tercio entre ovaciones. Elegante, vistoso y bajando algo el nivel hasta clavar sosamente los dos últimos rehiletes. Rejón de muerte y pie a tierra tres decabellos. Vuelta al ruedo en unión del “pega” de los forcados.
Antonio Linares
Gustó el de Seseña por su forma de entender el toreo de colocación, estética y mano baja midiendo la embestida y el recorrido. Aceptables los primeros compases de la faena de muleta, para ir entonándose poco a poco y cuajar tandas de magníficos muletazos abrochados con largos pectorales. Fuertes sonaron los aplausos en su honor. Se sucedieron las series, todas con el común denominador del buen gusto y en tono de lenta ejecución. Giraldillas mirando al tendido, estocada al encuentro y oreja.
Lanceó bien abierto el compás a su segundo antagonista, el mejor novillo del encierro. Doblones con buen son y excelentes muletazos formando imagen y transmitiendo emotividad y sentimiento. Buenos los naturales bien rematados y momentos de intensidad en una tanda en la que se apreció el talismán de la genuina tauromaquia. Magnífica faena valorada por el cónclave. Terminó con ayudados por alto y otra estocada también al encuentro, caída. Oreja.
Alejandro Pavón
De Sevilla y con proyección de futuro, no por lo dejado ver ayer en Cuéllar, sino por cercanos comentarios. Se las vio ante un manso de solemnidad al que tan sólo pudo cuajar unos ceñidos lances que se jalean. Derriba al picador con estrépito. Luego se frena, se desentiende de todo lo que vislumbra alrededor y muestra el lado indolente de la mansedumbre. No hubo manera. Pavón mató de dos pinchazos y estocada siendo silenciada su labor.
Con el que cerraba plaza larga cambiada de hinojos bis y lances a pies juntos. Bonitos estatuarios y buen toreo en redondo ligando los muletazos con enorme torería. Aceptables series con el novillo distraído y saliendo suelto por lo que los muletazos resultaban intermitentes. Luego hubo una fase muy estimada y pases por alto mirando al tendido. Estocada y descabello tras ímprobos esfuerzos por ver humillado al astado. Ovación.