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Gregorio Morán: «Los partidos de la transición están acabados»

por Redacción
21 de febrero de 2016
en Segovia
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Usted publicó ‘El precio de la transición’ hace 25 años. La acogida osciló entre el silencio y el desprecio. Con el tiempo, sin embargo, algunos libros han seguido esa línea de cuestionamiento de la versión oficial de aquellos años ¿A qué lo atribuye? ¿Al paso del tiempo, al impacto social de la crisis económica, a la corrupción, a la calidad de aquél análisis?

No, lo de la calidad del análisis es una pretensión. Creo que prácticamente todo ha cambiado y todo era lo mismo. Cómo es posible decir aquellas cosas que se decían a finales de los setenta y sobre todo en los ochenta, y ya incluso hasta en 1991, que es cuando sale el libro. Entonces todo era bueno, la transición era una maravilla. Nos había metido en Europa y la gente era buena, el rey era un encanto, los partidos eran auténticas asociaciones marianas, no lo digo por Mariano Rajoy precisamente, pero se podría decir que todo era un mundo ideal y absolutamente falso que ellos mismos se habían creído. Y además a la gente le gustaba creer eso, porque era pasar de la dictadura, en la cual todo el mundo tenía una responsabilidad por el silencio, y se decía que habíamos acertado.

Vamos al título del libro: ¿Quién pone el precio a la transición? ¿Fue alguien en concreto?

No, el precio propiamente dicho es el que pagamos todos sin darnos cuenta; decir que todo lo que sucede en este momento se debe a la transición es una exageración. Hay una aportación contemporánea clarísima, pero las bases de muchos elementos que ahora sufrimos, la corrupción sin ir más lejos, parten de lo creado entonces. Primero, no había ninguna experiencia de partidos; segundo, lo importante, como se decía entonces, era que los poderes fácticos no interrumpieran el proceso democrático. Había una serie de elementos que impedían que se abordara, y los partidos tenían muy poco interés en ello por razones obvias, el problema de la corrupción. A ese precio también hay que añadir los medios de comunicación, el papel de los medios de comunicación. Una vez consolidada la transición, y ya con diferentes gobiernos tanto PSOE como PP, los medios abandonan un papel de acicate social para ser parte del sistema.

En el libro, dice que el tiempo entre la muerte de Franco y las primeras elecciones de junio de 1977 es un agujero democrático, un elemento particularmente opaco en un tiempo de opacidad.

Sí, esto ocurre desde el final de la guerra civil española en 1939 hasta el final de la segunda guerra mundial, en 1945. Ese periodo, desde el punto de vista del franquismo, es opaco. De esa época sabemos muy poco y lo que sabemos es una manipulación. Desde la muerte de Franco a las primeras elecciones es realmente muy difícil de investigar, entre otras cosas porque la transición, si que se caracterizó por algo, fue porque estaba en muy pocas manos, muchas de ellas ya están muertas, y otras, como si lo estuvieran.

Hemos pasado de una dictadura agonizante a una democracia que se caracteriza por su debilidad, ¿la transición ha sido una victoria pírrica de la democracia?

Es un poco pronto para decirlo así, tan, tan brutalmente, pero sí. El problema es que no había ningún otro proceso, o a lo mejor lo había y no lo encontramos. Ni la transición fue aquel paraíso de la bondad, y de las hadas y de los faunos, ni evidentemente es esta especie de acusación actual de que todo lo que ha ocurrido en la transición no vale. Incluso ahora el PP e incluso algunos de Podemos dicen que hay que hacer una segunda transición. Limpiar una sociedad democrática no es hacer una transición, aquí a cualquier cosa la llamamos transición.

¿Debe enfocarse la transición como una derrota para los antifranquistas? ¿Hay vencedores y perdedores en ese periodo?

Hombre, por supuesto. Esa es otra de las falacias que nos vendieron y en la que la transición demostraba que no había habido ni vencedores ni vencidos. Joder que sí, había vencedores y vencidos. En estas guerras tan singulares de la política hay quien si no se quiere considerar un derrotado, pues no se considera un derrotado. Se jubila y ya está.

Aunque lo sea…

Aunque lo sea. El caso de Carrillo es paradigmático. Y el de otros. Por supuesto que son perdedores absolutos. Solamente haría falta echar una mirada atrás hacia su vida y decir, oiga, ¿usted durante su vida cuánto peleó por otra cosa diferente a ésta? Diría, muchos, todos. ¿Y cuántos perdió por éste? Entonces si usted considera haber perdido, entre comillas, treinta o cuarenta años de su vida, y no tiene importancia, pues, hombre ya…

Parecía que el concepto de la transición estaba “atado y bien atado”, por recordar una frase histórica, y ahora se multiplican otras interpretaciones.

Sí, sí, ahora es el de la transición. Es como esa especie de agujeritos donde se lanzan los arpones, esa especie de corcho donde todo el mundo lanza los arpones diciendo ‘toda la culpa de la transición’. Yo creo que de ahí el éxito del libro. Muchos se habían quedado en el engaño de la transición, pero ahora resulta que la demostración es de tal envergadura que hay que pararlo ¿Por qué hay que pararlo? Hombre, por un hecho notabilísimo. No queda ninguno de la transición. Si las crisis de la derecha se la achacamos a Adolfo Suárez, hombre… Evidentemente, el pobre Suárez bastante tuvo con lo suyo.

En el libro, indica que la única igualdad que trajo la transición fue ante el pasado, más que ante la ley. ¿Es el encubrimiento del pasado la piedra angular de la transición?

El encubrimiento del pasado, esa especie de amnistía con algunas características mafiosas de tipo ‘yo te perdono a ti tus crímenes y tú me perdonas los míos’. Pero la inmensa mayoría de la población no había cometido crímenes de ningún tipo. Esta es otra de las cosas más llamativas, el perdón mutuo de los verdugos. No sé si usted sabe que por responsabilidad de Martín Villa, ministro de interior, o de Gobernación, se quemaron los archivos…

En Barcelona, creo recordar…

Los archivos del Movimiento fueron quemados. La cantidad de cosas que habrán desaparecido… Se sabe hasta la fábrica donde fueron a quemarlos. Y fue una orden. Eso ya de por sí es algo único primero en la historia, algo único y sospechosamente único, así que todo el mundo tenía interés en hacer desaparecer sus propios archivos.

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Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

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