En los anales de la historia de la Artillería, Francisco Ramírez de Oreña -también conocido como De Madrid)- figura en los primeros lugares del escalafón por su contribución decisiva a situar este arma como eje de la modernización y paulatina profesionalización de las Fuerzas Armadas. El esfuerzo realizado por el militar a mediados del siglo XV le valió el honor de ser el primer Capitán General de la Artillería española y a recibir el sobrenombre de ‘el Artillero’ por su valiosa contribución al desarrollo de la fuerza artillera.
Seis siglos después, su nombre sirve para prestigiar la labor de los militares del arma que se han distinguido por su carrera militar en la Artillería a través del Premio ‘Ramírez de Madrid’, que con una periodicidad quinquenal reúne en la sede del centro de enseñanza militar a la familia artillera para aplaudir y honrar a uno de sus componentes más ilustres.
El teniente general Antonio de la Corte García recibió ayer la tercera edición del premio, creado en 2003, que le fue entregada ayer en el salón de actos de la Academia de Artillería por el Jefe del Estado Mayor del Ejército (JEME), Jaime Domínguez Buj en un acto al que asistieron el jefe del Mando de Adiestramiento y Doctrina (MADOC) del Ejército, teniente general José Carrasco Gabaldón, el coronel director de la Academia de Artillería Javier Alonso Bermejo, la alcaldesa Clara Luquero y la subdelegada del Gobierno Pilar Sanz, así como una amplia representación de mandos militares de los tres ejércitos y de los alumnos de la Academia de Artillería.
Tras recibir de manos del General de Ejército Dominguez Buj el trofeo que le acredita como ganador del premio, el teniente general De la Corte realizó un discurso de agradecimiento en el que no sólo repasó su historial como artillero, sino que hizo un somero pero espléndido resumen de las características del ejercicio del mando, no exentas de un tono autocrítico.
De la Corte aseguró que este premio es «un premio al mando» en el que quienes le han precedido como galardonados han mostrado la importancia de la valía personal, la vocación y la formación como ejes para ejercer labores de liderazgo en una unidad militar. Así, señaló que a la hora de ejercer el mando, «el miedo al error anula la responsabilidad y cercena la libertad, y nos hace esclavos de la apariencia y el entredicho», por lo que animó a quienes le sucederán como oficiales en la artillería a establecer criterios de «unidad y de compañerismo por encima del corporativismo y el compadreo».
El teniente general aseguró que la Artillería española «ha sido pionera en la implementación de conceptos tales como la coordinación, la agregación y la flexibilidad, entendidos como ajustes finos de la inteligencia», y resaltó el papel de la Academia como «heraldo de la rentabilidad del estudio, la formación y la innovación» en las Fuerzas Armadas (FAS). Además, puso de manifiesto la contradicción entre la «alta valoración social de las actuaciones de las FAS y el rechazo social que supone la aprobación de los recursos económicos para hacerlas posible».
También quiso recordar su trabajo en la Casa Real, donde fue ayudante de campo y jefe del Cuarto Militar del Rey y aseguró que la Corona es «un sublime factor de estabilidad, neutralidad y unión entre los españoles».
Por su parte, el JEME destacó la personalidad de Antonio de la Corte, al que calificó como «un referente como militar, artillero y persona», y subrayó el paralelismo de su carrera militar con la de Ramírez de Madrid, ya que ambos fueron «buenos capitanes de artillería y consejeros del Rey». Además, manifestó que la labor de artilleros como el galardonado «hacen que la Artillería preste siempre el mejor servicio a las unidades, a las Fuerzas Armadas y a nuestra querida España».