La victoria del ‘sí’ en el referéndum del 18 de septiembre no significará automáticamente la independencia de Escocia, sino que los escoceses deberán esperar hasta el 24 de marzo de 2016 para ver hecho realidad su sueño de acabar con la unión forjada con Inglaterra en 1707.
Así lo estipula el calendario que se marcó el ministro principal de Escocia, Alex Salmond, tras el acuerdo suscrito con el primer ministro británico, David Cameron, el 15 de octubre de 2012 para la celebración de la consulta, en la que los escoceses solo podrán decir si están a favor o en contra de la independencia.
En la mañana del 19 de septiembre, una vez que se conozcan los resultados oficiales de la consulta, arrancará el complicado proceso de negociar con Londres la devolución de las competencias que aún no han sido transferidas al Parlamento escocés, como la recaudación de impuestos, la gestión de los ingresos por petróleo o la presencia de bases militares, entre otras.
Alex Salmond tiene particular interés en negociar la retirada del ‘Trident’, el sistema de disuasión nuclear británico compuesto por cuatro submarinos y que tiene su base en Escocia, un asunto que se antoja peliagudo, ya que habría que buscar otro emplazamiento, además de los elevados costes que supondría, por lo que Londres se muestra reticente hasta ahora.
Precisamente esta complejidad convierte a la salida del ‘Trident’ de Escocia en una de las mejores monedas de cambio de que gozaría Salmond para negociar la independencia. En todo caso, desde su Gobierno dejaron claro que no hace falta que todos los asuntos queden resueltos antes de la independencia propiamente dicha, sino que podrían terminar de cerrarse una vez que esta se produzca.
De cualquier modo, desde la campaña por el ‘sí’, afirman que el plazo de 18 meses que se dio Salmond entre la celebración del referéndum y la independencia propiamente dicha es suficiente, ya que los 30 países que desde 1945 se independizaron a través de consultas populares tardaron unos quince meses en concretarlo.
La negociación con Londres estará encabezada por el Gobierno escocés, si bien ya manifestó su deseo de que haya participación de la sociedad civil.
Negociación
Por otra parte, conocedor de que Escocia deberá solicitar su entrada en la UE si abandona Reino Unido, Salmond prevé iniciar las negociaciones ya antes de que se produzca la independencia, con el objetivo de poder acelerar los plazos.
Dado que Escocia actualmente es miembro de la UE, el Gobierno de Salmond considera que las negociaciones de adhesión deberían ser rápidas, entre otras cosas también porque cree que dados los “inmensos recursos” de que dispone el territorio, supone un beneficio para ambas partes.
Además, “la velocidad a la que Europa respondió a la reunificación alemana demuestra que puede evolucionar rápidamente ante nuevas situaciones”, defiende el Gobierno escocés, a sabiendas de que la entrada en la UE depende del visto bueno de los 28 estados miembro y algunos, como España, podrían oponerse.
