La mayoría de los habitantes de Segovia respaldan el proceso abierto para que la principal entidad de ahorro de la provincia se integre en el proyecto Banca Cívica a través de un Sistema Institucional de Integración (SIP).
En concreto, de las fórmulas que se han barajado hasta ahora y que se han conocido, más de la mitad, el concreto el 53,7 por ciento de los consultados prefiere la fórmula de formar parte de Banca Cívica, ya que esta fórmula permite conservar la personalidad jurídica, la marca y la obra social autónoma. Este sistema está impulsado por Caja Navarra, Caja Canarias y Caja Burgos. También estuvo en el proyecto la caja balear Sa Nostra, aunque luego se apartó de la iniciativa.
De este modo y, según marchan las gestiones, todo apunta a que también se sumarán Caja Segovia y Caja Ávila, que estos días trabajan para intercambiar información y marcar los parámetros de la futura Banca Cívica.
El modelo, que cuenta con el respaldo de la Junta de Castilla y León y del Banco de España, permite las alianzas entre entidades de otras regiones.
De hecho, la encuesta realizada por la empresa Segovia Opina para EL ADELANTADO DE SEGOVIA, revela que esta opción está respaldada por más personas que las que optan por la fusión que llevan a cabo Caja Duero y Caja España, opción elegida por un 28,94% de los consultados. Y la posibilidad de alcanzar una fusión con Caja Madrid sólo la defiende un 17,36 por ciento. En todo caso no se descartan alianzas posteriores con otras entidades para continuar reforzando el tamaño de las entidades de ahorro.
Pero es mayoritaria la opinión de que es preciso alcanzar alguna fórmula para fortalecer el músculo financiero, tal como defiende el Banco de España y los partidos políticos mayoritarios. De hecho sólo no llega al 11% los que creen que la situación actual no exige unirse.
Qué es un SIP
Un Sistema Institucional de Protección se creó como mecanismo de apoyo y defensa mutua entre las cajas que lo integran, con la intención de garantizar la liquidez y solvencia de todos sus miembros, permitiendo a cada una mantener su identidad y personalidad jurídica. Aunque las primeras que lo pusieron en marcha fueron las cajas rurales (que son realmente cooperativas de crédito), se ha extendido a las cajas convencionales, que pueden crear un fondo interno de solidaridad. Con él se garantiza el poder afrontar posibles situaciones de ayuda mutua a través de fondos disponibles del resto. Este apoyo refuerza las garantías de las cajas y mejora la valoración de las agencias de calificación, lo que facilita también el acceso a la financiación en los mercados. Los participantes —las cajas en este caso— pueden asimismo beneficiarse de economías de escala y desarrollar nuevos negocios.
