En busca de nuevos retos, a Raúl García Castán le sirve la herencia de lo conocido. En un mal inicio de temporada por una fascitis, entrenamientos no del todo satisfactorios y cierta falta de motivación, el segoviano ganó el domingo la Carrera del Ebro, una prueba de 30 kilómetros por el Campo de Maniobras, habitualmente cerrado al público. “Aunque iba en una forma un poco más precaria que el año pasado, fui más cómodo en la prueba porque las condiciones climatológicas eran muy buenas”, explica el atleta, de 44 años. Sin viento y sin rival desde el tercer kilómetro, se dedicó a disfrutar de un paisaje que le evocó recuerdos de su carrera del año pasado en el Sáhara. “Es prácticamente todo desierto, la única vegetación que hay son cuatro matojos, y en los puntos de control hay soldados con tanques y vehículos acorazados”.
Las trabas físicas que lleva varios meses atravesando aconsejaron a García Castán tomar una actitud más prudente en el inicio de la prueba. “Salí un poco a la expectativa, a ver qué hacían los demás, pero en cuanto vi que iban a un ritmo muy asequible me marché y completé toda la carrera en solitario”. La prueba, que comienza y termina en unas pistas de atletismo a las afueras de la capital aragonesa, contó con 2.500 participantes y un entorno festivo, acompañado de una banda militar. “Es una prueba multitudinaria la que se termina apuntando mucha gente. Estaba animado, es una carrera muy pintoresca”. En la carrera popular, que recorría una distancia de 11 kilómetros, se inscribieron unas 1.600 personas. El reto de los 30 kilómetros fue para cerca de 900 insensatos.
Aunque el nivel de la prueba no era especialmente alto, el segoviano se muestra satisfecho por su rendimiento, con tres minutos de ventaja sobre el segundo clasificado. “Acabé cansado, porque todavía me faltan kilómetros, pero muy contento de haber ganado. No había grandes especialistas, ningún rival conocido”. García Castán entiende que la prueba poco tenía que ver con su zona de dominio. “Es una prueba rapidísima, con apenas alguna cuesta, pero para nada una carrera de montaña”.
García Castán cumplirá este año los 45, la bienvenida a la categoría de veteranos, toda una frontera para su motivación. La falta de hambre se nota cada día en su preparación. “No es fácil mantener ese espíritu competitivo durante tantos años tras haber ganado ya cosas importantes. Entreno porque me gusta hacerlo y, al final, es mi forma de vida, pero sin ese ímpetu de cuando no había ganado nada”, confiesa el atleta, campeón de España en carreras de montaña cinco veces consecutivas (entre 2006 y 2010) y campeón de Europa absoluto en 2009. Lejos de entenderlo como un ocaso, el paso a veteranos supone una nueva oportunidad respecto a las mayores exigencias que implica competir en la categoría sénior. “Buscaré el aliciente de reverdecer antiguos laureles y llevarme algún campeonato de España”.
