De ilusión a drama, las redes testigo de la tragedia de Halloween en Madrid. Se anunciaba en todas ellas como un fiestón, y muchos de los asistentes, los mismos que ayer se enteraron por Twitter o Facebook de la muerte de tres jóvenes en una avalancha, la calificaban en el mismo momento de la tragedia de «epiquísima», «increíble» o «inolvidable».
Por 25 euros, la fiesta contaba, además, con el atractivo de la actuación del estadounidense Steve Aoki, un DJ de música house a quien seguidores de toda España llevaban semanas esperando. «Queda una semana exacta para Steve Aoki. Dormiré hasta entonces», escribía en Twitter una joven hace apenas unos días.
En otro mensaje, un tuitero anunciaba el pasado 25 de octubre: «veo que @steveaoki va a pinchar en Halloween y van a saltar los miles de personas a comerse Madrid Arena!».
Tal y como se esperaba, miles de jóvenes acudieron a la brutal promoción que se hizo del evento en Facebook, Twitter y demás páginas que han sido capaces de hasta crear la primavera árabe.
Desgraciadamente, conforme se iban teniendo noticias de la tragedia, el sentido de los muros y los tuits cambió radicalmente. «Hubo más de 22.000 personas y el aforo era de 10.500… Que vergüenza!», señala un chico, que adjuntó en su mensaje una fotografía en la que se puede ver a una multitud junto al escenario.
Tampoco los tuiteros estuvieron de acuerdo con las informaciones oficiales que afirman que, una vez producida la avalancha, provocada por el estallido de una bengala o petardo según fuentes de la investigación, la Policía procediera a desalojar el local para evitar una tragedia mayor. «Es mentira el desalojo de #madridarena (el hashtag con el que se debate sobre este tema en la red)» o «la música paró cinco minutos y luego siguió. Si así se desaloja, que algún Dios nos proteja», denunciaron dos adolescentes.
Como si de dos fiestas bien distintas se tratara, alrededor de las cuatro de la madrugada, momento en el que se sucedieron los acontecimientos, los mensajes de los tuiteros describen dos realidades diferentes. Algunos llegaron a casa y ni se enteraron. Los que sí fueron corriendo a las redes sociales para tranquilizar a sus familiares. Gracias a éstas se evitaron más disgustos a las madres.
