Los próximos ocho días pueden ser cruciales para el destino político de Barack Obama y de Mitt Romney. En el lapso de una semana, el presidente estadounidense y su contrincante republicano se medirán en dos cruciales duelos televisivos. Y ya diferentes comentarios en Washington anticipan que si esta noche el líder demócrata fracasa otra vez en el enfrentamiento que librará con su adversario ante las cámaras, las cosas se le pondrán verdaderamente difíciles.
La apuesta es tan importante, sobre todo, porque muchos ciudadanos votan ya semanas antes del 6 de noviembre. Entonces, en caso de que los candidatos realicen meteduras de pata en el debate, ya prácticamente no tendrían tiempo de convencer a los electores a punto de emitir su papeleta.
En este contexto, la batalla verbal de hoy en Hempstead (Nueva York) se presenta como especialmente arriesgada. Se trata de un Town Hall Debate, una especie de asamblea ciudadana, durante la cual, los asistentes formulan las cuestiones. Esto implica una gran inseguridad. ¿Qué se preguntará? La preparación se convierte en algo extremadamente difícil.
Por esa razón, Obama se replegó ya el fin de semana con sus colaboradores más cercanos. También Romney se prepara nuevamente de manera meticulosa. Sobre todo, el demócrata se somete a un entrenamiento férreo, porque esta vez no se le podrá ver abatido y desinteresado como durante el primer debate.
Incluso debe trabajar en su lenguaje corporal, que fue una muestra del desaliento 14 días atrás. De todas maneras, el entorno del presidente se muestra abiertamente optimista.
«Nadie espera un segundo fracaso», publicaba The Washington Post. Y algunos apuntan al vicepresidente, Joe Biden, quien durante su debate sometió a considerable presión a Paul Ryan. Sin embargo, los más allegados alertan de que, de ninguna manera, el afroamericano debe emular a su número dos. Un mandatario nunca debe mostrarse agresivo, ni siquiera desde la retórica, sostienen, así como tampoco debe exhibirse arrogante.
¿Los temas que saldrán a la luz? Probablemente los problemas que le urgen a millones de estadounidenses: el alto desempleo y la mala situación económica. En cambio, la política exterior es una cuestión más bien marginal.
También las encuestas someten a Obama a cada vez mayor presión. Desde hace algún tiempo, los sondeos dan cuenta de una carrera más bien ajustada. Durante meses, el demócrata se situaba con una clara ventaja, hasta que la fuerte presencia de Romney en el debate del 3 de octubre dio vuelta a la página. El último informe estima que el republicano obtendría un 47,3 por ciento de los votantes, frente a un 45,9 del presidente.
