“Renoir era el pintor impresionista de origen social más humilde, el único que no procede de banqueros, sino de modestos artesanos”, señaló el director del Museo Thyssen-Bornemisza, Guillermo Solana, con motivo del estreno el próximo martes del documental ‘Renoir: admirado y denigrado’. Esta cinta, dirigida por Phil Grabsky y basada en la colección de 181 obras que posee la Fundación Barnes de Filadelfia, aborda el rumbo que tomó Pierre-August Renoir cuando abandonó el impresionismo y dirigió sus pasos hacia una pintura más tradicional, una decisión por la que recibió críticas por parte de generaciones posteriores de artistas.
Así, Solana señaló que Renoir solo participó en tres exposiciones impresionistas y después empezó a alejarse del movimiento porque pensaba que “no sabían dibujar y que les faltaba oficio”. Fue en aquel momento cuando viajó a Italia y vio en el Renacimiento un “arte más sólido, con mejor dibujo y más acabado”, motivo que le llevó a volver a la “tradición”.
“Al público del siglo XX le ha costado entenderlo. Admiraban más al Renoir que trabajaba codo con codo con Monet y al autor de ‘Baile en el Moulin de la Galette’”, dijo Solana, comisario de la exposición que el Thyssen dedicará al artista francés desde el 18 de octubre al 22 de enero de 2017. Asimismo, Solana se refirió a Renoir como un “pintor de los placeres sencillos de la vida”, “muy poco intelectual” y que “no se complicaba con excesivas reflexiones” porque “detestaba la teoría”. “El placer de la buena comida, de los vinos, del sexo y de estar con los amigos o al aire libre es como el placer de pintar, algo sencillo, natural y muy sensual”, dijo.
Renoir y Monet fueron los impresionistas que más éxito tuvieron. En concreto, el primero consiguió vender en su primera exposición una obra que le permitió vender el alquiler de su casa. Sus problemas vinieron después y, además del cambio en su estilo, ha recibido otras críticas como el carácter “demasiado dulce”.
