Sumida en el pozo. La ciudad de Detroit, en el estado norteamericano de Michigan, se declaró ayer en quiebra y solicitó permiso a la Corte Federal para colocar a la capital mundial de la industria del automóvil bajo el capítulo 9 de la ley de bancarrota.
Con este paso, el motor del sector de la automoción se convirtió en la ciudad más grande en la historia de Estados Unidos en confesar su insolvencia. Ahora se pone en marcha un plazo de entre 30 y 90 días para determinar si la localidad puede acogerse a la protección para reestructurar sus deudas y definir a sus acreedores. La petición tiene por objeto la protección de bancarrota de los acreedores y los sindicatos, que están renegociando unos 19.000 millones de dólares (15.500 millones de euros) en deuda y otros 330 de pasivos.
La legendaria Motown, la Ciudad del Motor, donde se encuentran los tres principales fabricantes de coches en Estados Unidos ,como son General Motors, Ford y Chrysler, ha sufrido varias décadas de mala gestión por parte de las sucesivas administraciones municipales, la fuga de la población y la pérdida de ingresos fiscales. «Este es un paso difícil, pero la única opción viable para hacer frente a un problema que ya lleva seis décadas», declaró ayer el gobernador de Michigan Rick Snyder. «La realidad fiscal que enfrenta la ciudad ha sido ignorada durante demasiado tiempo», agregó.
Éxodo y riesgos
Detroit tiene unos 700.000 habitantes, muchos de ellos repartidos en los suburbios desangelados, lo que la sitúa como la decimoctava capital más grande de Estados Unidos. En el pasado fue la cuarta con una población de dos millones de personas. Con el hundimiento de la industria de la Motor City dos de cada tres ciudadanos emigraron en busca de mejor vida.
«¿Realmente quieren ir a ese barrio?», pregunta sorprendido un taxista a sus pasajeros extranjeros y les advierte de que, por si no lo saben, esa parte de Detroit es famosa por su peligrosidad. Pero sí, quieren ir allí. Justo donde se encuentra el bar que les recomendaron. «Ok, pero llámenme cuando quieran regresar, y no se les ocurra caminar solos por la calle».
El chofer de la Jay’s Cab Company habla en serio. La capital tiene una de las tasas más altas de criminalidad. El año pasado se registraron allí, de acuerdo con las estadísticas del FBI, 386 asesinatos y 4.843 asaltos.
La insolvencia anunciada es apenas el corolario de una larga crisis. El símbolo de la debacle es la monumental estación de trenes, que quedó sin terminar y que se va deteriorando lentamente desde hace más de 30 años. Los fotógrafos la aman por su encanto sórdido. Las imágenes de esta decadencia son bautizadas como ruin porn, es decir, pornografía de ruinas.
Sin embargo, a pesar de todos los problemas, hay desde hace algún tiempo una sensación de recuperación. Las calles vuelven lentamente a llenarse de personas. Nuevas empresas se mudaron a los abandonados edificios de oficinas del centro urbano, ya que valoran sus alquileres baratos. Por el mismo motivo, los artistas hicieron suyo el lugar. Hay espacio suficiente.
Por otro lado, hay numerosos problemas y mala fama, pero Detroit no deja de ser una metrópolis con museos renombrados, eventos deportivos nacionales, un aeropuerto internacional, además de la instalación del primer supermercado Whole Foods hace un año, aunque en un barrio acomodado. Hasta que abra un establecimiento como éste en el distrito que el taxista advierte es peligroso podría pasar bastante tiempo. Aún falta dinero para escuelas, policías, bomberos y para iluminar las calles.
Sin embargo, la insolvencia podría significar un punto de inflexión en la hasta ahora poco gloriosa historia de Detroit.
