José Mourinho perfeccionó su sistema ‘anti Barça’ en la final de la Copa del Rey para conquistar su primer título con el Real Madrid y frenar la hegemonía azulgrana, como ya hizo la pasada temporada con el Inter en la Champions.
Consciente de que jugando de tú a tú no es capaz de ganar, diseñó un plan basado en la presión al rival y al colegiado en cada acción señalada. Adelantó a sus hombres, sufrió en los momentos de dominio ‘culé’ dando una lección defensiva y mató el duelo con un cabezazo de Cristiano Ronaldo.
Tras la prueba de la Liga, el luso mantuvo su idea con retoques. El Real Madrid jugó sin ninguno de sus ‘nueves’. El técnico, que tanto insistió en la necesidad de fichar a un delantero centro, disponía ahora de tres en perfecto estado, Higuaín, Benzema y Adebayor. Los sacrificó para situar a su compatriota como referencia ofensiva.
La entrada en escena de Özil cerró el tridente ofensivo con Di María. El Real Madrid no quiso elaborar fútbol sino jugar directo. La línea defensiva se ubicó en el centro del campo. Sergio Ramos pasó del lateral al centro de la defensa y asumió la capacidad de mando. Formó una pareja de ‘generales’ con Carvalho.
Por delante estuvo Xabi Alonso. Otro cambio. Repitió Mourinho en trivote, pero la referencia en la medular sobre el césped de Mestalla no fue Pepe. El portugués tenía la misión de frenar a Xavi. En el triángulo ocupó el pico izquierdo y Khedira el derecho.
El sistema de ayudas y el dibujo táctico fueron decisivos mientras el Real Madrid exhibió fuerza física. En el segundo acto, salió a esperar porque no pudo aguantar el ritmo, pero supo encerrarse. El cabezazo de Cristiano es la ejecución del plan de Mourinho para frenar al mejor Barcelona de la historia. La grada coreó su nombre. Es el líder. Perfeccionó el sistema ‘anti Barça’. Dio con la tecla
Por otro lado, tras regresar de Valencia, el Real Madrid culminó la fiesta con los hinchas en la Cibeles, donde los blancos no acudían desde 2008.
A las 04,15 horas llegó el equipo y, tras el incidente de la Copa, el meta tomó el protagonismo. «Después de dos años complicados, ganar es un alivio». Fue entonces cuando ascendió a la pasarela preparada, besó a la diosa, le colocó una bandera de España con el escudo del Real Madrid y también, con mimo, arropó a la Cibeles con una bufanda del equipo.
El capitán, acostumbrado a levantar títulos con la selección, se estrenó como líder del barco madridista y puso el colofón a casi cuatro horas de espera, cánticos y celebración.
