La primera semana de junio se cerró ayer como la más trágica en lo que va de año en cuanto a violencia de género, ya que a las tres fallecidas que perecieron en los primeros seis días del mes se sumaron ayer dos víctimas más, una de ellas en la localidad gerundense se Salt y otra, en este caso un hombre, en Getafe (Madrid).
En el primer suceso, una mujer de 32 años perdió la vida tras ser apuñalada en plena calle por su pareja, un hombre que, posteriormente, fue detenido en Mataró (Barcelona) como presunto autor de la agresión. De hecho, fue él mismo el que llamó a los agentes de la Policía autonómica para autoinculparse, aunque en ese momento ya estaban detrás de su pista porque era el principal sospechoso del asesinato.
Esta es la segunda mujer que muere en estas circunstancias en Salt en esta semana, después de que el lunes 31 de mayo, otra fémina pereciera también apuñalada por su marido, de nuevo en la calle.
Los hechos ocurrieron de madrugada en el mismo portal en el que vivía la joven y fueron los vecinos los que llamaron para dar la voz de alarma después de oír los gritos de la chica. Cuando bajaron a la vía pública se encontraron a la mujer agonizando y, en el momento en el que llegaron los efectivos de los Mossos y servicios sanitarios, ya estaba muerta.
Contra el autor de los hechos, que tenía la misma edad que su pareja y es de nacionalidad española, no existía ninguna denuncia por malos tratos ni orden de alejamiento, tal y como se supo con posterioridad.
Algo diferente sucedió en la localidad madrileña de Getafe. En esta ocasión las tornas cambiaron y fue ella la que acabó con la vida de él, cuando Ramón S.G., de 47 años y con antecedentes por malos tratos, fue hallado muerto en la terraza de su vivienda con una puñalada en el pecho asestada por su mujer, María Mercedes J.M., de 46 años, según confesó ella misma a las fuerzas del orden.
A primera hora de la mañana la Policía recibió la llamada de una mujer comunicando que su pareja se encontraba muerta. Aunque al principio el cuerpo no presentaba signos de violencia, cuando llegó la comisión judicial, al mover el cadáver, los agentes observaron que tenía un puñalada en la parte escapular izquierda, por encima del pecho.
En un primer momento, ella ofreció a la patrulla que acudió tras su llamada una versión contradictoria, pero cuando los agentes de Homicidios la interrogaron, confesó que había matado a su novio la tarde del día anterior.
Los vecinos de la pareja reconocieron no sorprenderse por la noticia después de enterarse del crimen que se había cometido en su edificio, ya que, según contaron, discutían todos los días y a todas horas, por lo que la «tragedia era una muerte anunciada». Una de las personas que habita en la vivienda de enfrente relató que el cuerpo sin vida de Ramón permaneció durante «toda la noche» en la terraza y recordó cómo su asesina le hablaba estando ya muerto.
«Eran dependientes el uno del otro, como el bien y el mal, del amor al odio. Tan pronto les veías que se daban un beso o se abrazaban como tan pronto ella maldecía a diestro y siniestro, le humillaba y, contra más alto lo decía, más a gusto se quedaba. Había días que se quedaba afónica y no podía seguir, eso aún le ponía más nerviosa», lamentó la vecina. De esta manera relató la fatal relación de más de 10 años de la pareja que, según narró, le dejó muchas «noches en vela sin poder dormir» porque la agresora «podía estar 24 horas abroncando al fallecido».
