El Real Madrid buscará hoy en Cornellá ante el Espanyol una victoria que le garantice aplazar el ‘alirón’ azulgrana y tener opciones matemáticas de seguir peleando por la Liga, aunque sabe que ésta en una misión casi imposible.
Los hombres de José Mourinho afrontan el segundo ‘match ball’ de la semana tras su partido del pasado miércoles contra el Málaga, solventado con éxito (6-2). Una nueva victoria serviría para apaciguar los ánimos del entorno ‘merengue’, agitado en las últimas semanas por la incertidumbre de la continuidad de su entrenador, y para evitar que el Barcelona celebre el título antes de jugar mañana en el Vicente Calderón.
Para la cita, el cuadro blanco tendrá que sobreponerse a la baja del alemán Mesut Özil, que sufre un esguince en el tobillo derecho, aunque es más que probable su presencia en la final de la Copa del Rey de la próxima semana. Además, lidiará también con las ausencias de Sergio Ramos, con una rotura en los isquiotibiales, Marcelo y Arbeloa.
Para evitar más ruido, el club suspendió ayer cualquier rueda de prensa previa al encuentro, y solo a través de la página web se pudo conocer que Cristiano Ronaldo no se entrenó, aunque no dio sensación de acabar dolorido el encuentro de hace unos días.
El choque será la última prueba antes del choque copero, por lo que, quizás, Mourinho opte por reservar a algún jugador importante de cara a esa cita.
Enfrente tendrá a un Espanyol evidentemente desmotivado tras asegurarse la permanencia. El bloque que dirige Javier Aguirre se ha abandonado en las últimas jornadas y ha sumado dos derrotas consecutivas que lo han alejado definitivamente de la pelea por entrar en los puestos que dan acceso a la Liga Europa.
Aunque el técnico mexicano todavía cree en los milagros. «Aún es posible, por supuesto que sí. Por eso estamos peleando. Hay 12 puntos en juego y las cuentas me cuadran. El partido de la primera vuelta nos sirve de referencia, ahora tenemos más trabajo y menos presión. Para ganar debemos correr mucho y jugar bien», declaró.
En cuanto a la polémica surgida en torno al entrenador madridista, el ‘Vasco’ solo indicó que «es un extraordinario entrenador y un gran amigo» y no quiso «entrar a valorar otros temas».
Por otro lado, el capitán del Real Madrid, Íker Casillas, reconoció ayer que la final de la Copa del Rey «es un partido especial, diferente por todo» en el que su equipo aspira a «acabar la temporada con un buen sabor de boca», mientras que su homólogo en el Atlético, Gabi Fernández, quiere acabar con el «maleficio» que les persigue contra su vecino.
«Una final de este calibre es un encuentro muy especial, diferente por todo, por cómo se vive. Estoy convencido de que el equipo lo va a hacer lo mejor posible porque quiere acabar con un buen sabor de boca este final de temporada», señaló el cancerbero.
El de Móstoles reveló que «los aficionados están encantados y emocionados» con el choque desde que alcanzaron la final. «Siendo en Madrid, la cantidad de aficionados que se va a mover va a movilizar la ciudad desde los días previos», recordó.
Por su parte, Gabi espera que esta final puede poner fin al «maleficio» que arrastran desde hace 14 años. «Es especial y en nuestro caso más todavía por llevar tanto tiempo sin poder ganarles. Jugar otra final en dos años dice mucho de este grupo, que estamos creciendo. Todo lo que rodea a este partido es siempre inolvidable», concluyó.
