Más de medio millar de jubilados y pensionistas de 70 pueblos de la provincia de Segovia compartieron ayer en Cantimpalos una jornada de convivencia y fiesta que ha puesto el broche de oro a las clases de gimnasia de mantenimiento y a los talleres de ejercitación de la memoria que han realizado durante el curso 2010/2011.
La jornada, así como también ocurre con los talleres, ha sido organizada por la Federación Provincial de Jubilados y Pensionistas de Segovia cuyo presidente, Marcos Vela, destacó ayer el éxito que ha tenido esta convocatoria ya que casi ha doblado el número de participantes que hubo en la anterior. Los visitantes, que llegaron en nueve autobuses que realizaron rutas por la provincia, y en vehículos particulares, fueron recibidos por la alcaldesa de Cantimpalos, Inés Escudero Herrero. Después la escritora e investigadora Cristina Vega les mostró el valor histórico y artístico de la iglesia parroquial dedicada a la Inmaculada Concepción, así como las celebraciones religiosas que con fervor se llevan a cabo tanto allí como en la Ermita del Cristo. Del templo parroquial, que data de los siglos XV y XVI, Cristina Vega destacó la tribuna de madera labrada del coro, así como el artesonado que se encuentra bajo ella, el Cristo yacente del siglo XVI que estuvo expuesto en la muestra de Las Edades del Hombre de 2003 y una custodia de plata del XVIII, entre otras riquezas que guarda.
Tras salir del templo y después de unos minutos en los que los excursionistas se dedicaron a intercambiar saludos, asistieron a otra conferencia sobre el pasado, el presente y el futuro de la industria chacinera de Cantimpalos.
Todos los participantes se reunieron en un pabellón deportivo para degustar una sabrosa paella elaborada por el equipo del cocinero Julián del Barrio. Los cocineros, que empezaron su trabajo a las nueve de la mañana, emplearon en la preparación de la comida 150 kilos de pollo, 50 de conejo, 25 de almejas, 25 de calamares, 20 de gambas, 20 de langostinos, 20 de mejillones y 90 de arroz.
Los aplicados alumnos y alumnas, —la presencia femenina dominaba en este grupo—, despidieron el curso bailando piezas populares interpretadas con dulzaina y tamboril.
De acuerdo a las manifestaciones que fueron exponiendo muchos de los asistentes, esta fiesta de fin de curso tiene tres valores principales: la posibilidad de convivir con vecinos de otros municipios con los que estrechan lazos de un año a otro, la invitación de conocer la riqueza artística y natural de los municipios segovianos así como su historia y economía, y la invitación a saborear una buena comida “sin tener que levantarse de la mesa”, según reiteran insistentemente las mujeres.