Un gol de David Villa le alcanzó al Barcelona para despachar al Sporting de Gijón en un partido de ritmo espeso, incómodo para el conjunto de Guardiola, que no encontró su mejor versión, falto de la chispa y la velocidad que acredita en sus mejores días.
El bloque asturiano, competitivo en defensa aunque inédito en ataque, no puso en demasiados apuros a los azulgrana, circunstancia que permitió al equipo catalán anotarse una victoria que no pasará a la historia.
En ausencia de Messi, Guardiola retocó ligeramente su dibujo, con Iniesta por detrás de Villa y Bojan, dos delanteros puros a los que sin embargo les costó asociarse, mezclar y colarse entre la telaraña del rival. No encontraba manera el Barça de filtrarse en el esquema del Sporting, un 4-4-2 clásico pero eficaz por la solidaridad de sus jugadores, dedicados a achicar agua con las líneas muy juntas, ahogando el juego ‘culé’ y cerrando los pasillos interiores.
Obligado a reinventarse, porque se encontrará rivales así de resguardados uno y otro día, el Barça buscó fórmulas para anotar el primer tanto y dejar la ansiedad para más tarde. Se abrieron Villa y Bojan a los extremos, buscó Iniesta la posición de falso delantero centro, se movieron por fuera y por dentro, se incorporó Alves, pero el balón no fluía como acostumbra en el Camp Nou.
Con el paso del tiempo, el Sporting empezó a sentirse más cómodo. Alcanzar el descanso a cero fue un pequeño triunfo para el equipo de Preciado, más preocupado por anular al rival que por generar fútbol, el patrón habitual de los equipos que visitan el Camp Nou.
Guardiola no tardó en mover las piezas. En el descanso prescindió de Keita, diluido entre las líneas de presión del Sporting, intrascendente, para devolver a Iniesta a la medular y colocar a Pedro como extremo derecho. El Barça perdió músculo, pero ganó velocidad y capacidad de asociación. Siguió agitando el árbol el bloque azulgrana y la fruta cayó a los cuatro minutos de la reanudación. Villa explotó el hueco entre el central y el lateral, Alves leyó el desmarque y el ‘Guaje’, fiel a su costumbre, marcó contra su Sporting. Fin a una racha de 140 minutos sin marcar en Liga en el Camp Nou, fin a la ansiedad del ‘Guaje’ Villa por reencontrarse con el gol. El delantero firmó su quinto gol ante su ex equipo en su quinto enfrentamiento.
Con el viento a favor, aliviado por el marcador, el Barcelona se sacudió la presión. Futbolísticamente, su juego apenas cambió. El ritmo siguió siendo lento, con más posesión que profundidad, pero emocionalmente, el equipo que dirige Pep Guardiola tenía el partido ganado.
El Sporting buscó el empate, más desde el banquillo que desde el campo. Diego Castro y De las Cuevas entraron al campo para buscar diagonales, de fuera hacia dentro, pero el Barça gobernó el partido con autoridad.
Guardiola intentó cerrar el partido colocando a Mascherano como antídoto a la nueva apuesta de Preciado. Busquets ganó unos metros, Iniesta regresó al extremo, pero el guión del partido, demasiado plano, apenas cambió.
Pese a lo ajustado del resultado, el Barça alcanzó el tramo final con calma, merodeando el área de Cuéllar. El Sporting no tuvo recursos para empatar hasta los dos últimos minutos, cuando se estiró. Dispuso incluso de una falta peligrosa, pero la desperdició. Al menos, firmó la derrota tras un extraordinario ejercicio defensivo que le reforzará de aquí en adelante. En un duelo sin lustre, acabó por imponerse la lógica.
