Situado entre los ríos Eresma y Clamores, el Alcázar muestra su majestuosa imagen sustentado sobre una roca de origen calizo que caracteriza uno de los entornos más bellos del «cinturón verde» de la capital; aunque en los últimos años, esta belleza no está exenta de riesgos derivados del desprendimiento de rocas en lugares muy próximos como la que destruyó el santuario de La Fuencisla o la que obligó recientemente al corte de tráfico en la Cuesta de los Hoyos.
El Patronato del Alcázar no ha querido dejar ningún cabo suelto que pueda poner en cuestión la estabilidad del monumento y ha encargado este año a la empresa Geocisa la elaboración de un informe técnico que determine el estado actual de la roca sobre la que se construyó la fortaleza y las posibles intervenciones necesarias para su mantenimiento.
José Miguel Merino de Cáceres aseguró que la roca «está oreada y no tiene escorrentías que puedan provocar filtraciones de agua», y señaló que el Alcázar tiene un sistema de evacuación de salida de aguas pluviales que evita las filtraciones».
Además, señaló que el primer informe realizado por la empresa «nos ha transmitido la seguridad de que la roca está sana, con desprendimientos de carácter menor que no cuestionan la seguridad, por lo que podemos asegurar que el Alcázar está bien cimentado».
Merino de Cáceres aseguró que los casos de la Cuesta de los Hoyos y La Fuencisla «no son comparables», ya que en ambos «la superficie es mucho más grande, con zonas de corte motivadas por el agua y con grandes cambios de temperatura que acrecientan el riesgo, mientras que el Alcázar tiene la roca más saneada».
