Muchos segovianos residentes en Madrid podrán darse un paseo por la calle Real que conocieron hace décadas cuando tuvieron que hacer sus maletas y buscarse su futuro profesional en la capital de España. La muestra que ideó en su día el Museo Rodera-Robles, y que ha sido la más visitada en la historia de esta peculiar sala de exposiciones, puede contemplarse hasta final de año en la sede del Centro Segoviano de Madrid, situada en la calle Alburquerque.
“La Calle Real de arriba a abajo” permite al visitante realizar un recorrido en el que se mezcla la historia de la ciudad de los últimos cien años con la memoria sentimental de miles y miles de segovianos, pues ninguna vía como ésta para reflejar “el espíritu de Segovia”.
El Museo Rodera Robles fue capaz en su día de reunir una colección de fotografías y diferentes objetos relacionados con la historia de esta emblemática calle que no se encuentra en ningún callejero oficial, pues realmente está compuesta por tres calles distintas: Isabel la Católica, Juan Bravo y Cervantes, con las plazas del Corpus y Medina del Campo en su trayecto.
La colección, coordinada por Juan José Bueno y realizada por Juan Ignacio Davía, contó con la colaboración directa de Juan Pedro Velasco y Ramón de Blas. Los cuatro participaron también en el montaje de la muestra en las instalaciones del Centro Segoviano, circunstancia que valoró el director del Museo Rodera Robles, Rafael Cantalejo, quien acudió a la inauguración de la exposición en Madrid.
El presidente del Centro Segoviano, Antonio Horcajo, agradeció en ese acto el esfuerzo realizado por el Rodera-Robles y anunció la próxima firma de un convenio de colaboración entre ambas instituciones para que los segovianos de Madrid puedan beneficiarse de otras iniciativas de la entidad cultural segoviana.
Germán Elías, Calzados Matías, Casa Mozo, Bar Castilla o Los Chicos son solo algunos de los establecimientos a los que se podrán acercar los visitantes a la exposición. Una muestra que ha sido posible gracias a la colaboración de muchos de los establecimientos de la Calle Real, y de algunos locos coleccionistas que conservaban en sus domicilios los objetos más curiosos.
