EEUU sigue en estado de shock tras la matanza del pasado sábado en Tucson, donde un joven de 22 años, Jared Lee Loughner, acabó con la vida de seis personas -y dejó a 15 heridas- tras intentar asesinar de un tiro en la cabeza a la congresista demócrata Gabrielle Giffords, que sigue en estado grave, aunque ayer respondía con gestos cuando se le hablaba. Quizás el sheriff de Arizona Clarence Dupnik tenga la clave de esta tragedia, al denunciar el virulento clima político que existe en EEUU sobre todo en el estado, epicentro del acalorado debate migratorio en el país y promotor de una ley para criminalizar a los indocumentados.
«Nos hemos convertido en la meca del prejuicio y la intolerancia», lamentó el agente, quien añadió que los estadounidenses necesitan realizar una reflexión colectiva sobre la enrarecida atmósfera política que les rodea.
Mientras, un grupo de vecinos de Tucson celebraba por la noche una vigilia con velas frente al hospital en el que Giffords lucha por su vida. El jefe de neurocirugía del centro médico, Michael Lemole, explicó que la bala le atravesó el cráneo por el lado izquierdo, aunque sin cruzar de un hemisferio a otro. Gracias a la rápida intervención de los equipos de emergencias, la congresista fue operada sólo 38 minutos después del ataque. Asimismo, explicó que, durante la operación, se frenó la hemorragia, se retiró el tejido dañado y también una porción del cráneo, que se reservará para ser reimplantado con posterioridad.
Por otra parte, el director de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), Robert Mueller, afirmó que, tras el ataque de anteayer, no tiene constancia de que existan amenazas contra otros legisladores. Sí que existieron del autor de la matanza, Jared Lee Loughner, aunque no contra su principal objetivo, sino contra el Gobierno de Obama. Al parecer, según los testigos, pidió hablar con Giffords, pero como le pidieron que esperara su turno, se fue y volvió disparando.
Una hora antes, este chico dejaba una enigmática despedida en su perfil de Myspace: «Adiós amigos. Queridos amigos… por favor, no os enfadéis conmigo. La tasa de letrados está por debajo del 5%. Nunca he hablado con una persona letrada». Días antes, en la misma red social hablaba de su sospecha de que la CIA le vigilaba. El pasado 30 de diciembre escribía que estaba en proceso de «búsqueda» y que «su disparo está listo para apuntar». Esta terminología casa con la empleada por la líder del Tea party Sarah Palin, que en su web subrayaba que «había que recargar -las armas-» para volver a gobernar en estados perdidos como el de Arizona, marcando con una x a su rival. Justo después del atentado, borró esa expresión.
Ayer también se supo la coincidencia macabra de una de las víctimas, Christina Taylor, de nueve años, que había nacido el 11-S.
