Había expectación, y mucha, por conocer el nuevo trabajo de Bakélite, una compañía francesa que sorprendió, fascinó y encandiló en Segovia con su anterior montaje “Braquage”, hasta el punto de que Titirimundi lo programó dos años seguidos. En esta edición la compañía de Olivier Rannou dejaba el mundo de la delincuencia por el ámbito marinero, con “La Galère”.
Siguiendo con la terminología marinera, dada la temática, este montaje no llega a ser un naufragio, porque tiene valores indudables, pero sí ha sido, creo, una pequeña decepción para todos los que vibraron con “Braquage”. En “La Galère” manda la calma chicha. Vamos, que falta el ritmo trepidante que no dejaba ni respirar al espectador en “Braquage”. Y falta además el ingenio desbordante que presidía las imágenes y los recursos escénicos de aquel montaje.
Es lo que tiene firmar un trabajo sobresaliente, que el listón queda muy alto y es difícil evitar las comparaciones que, muchas veces, llegan a ser odiosas. Dejando de lado esa referencia, y sin desvelar tampoco demasiado para los espectadores que aún hoy tengan previsto ver el espectáculo en La Alhóndiga, los simpáticos habitantes de este barco sí están creados con el ingenio a que nos tiene acostumbrados Rannou; la iluminación es sencillamente exquisita y algunas escenas, como la de la tormenta, están bastante logradas, a pesar de que le sobre un poco de agua, sobre todo si se está en primera fila.
