En oportuna coincidencia con la aprobación del mayor recorte de prestaciones sociales de la democracia y con una cierta sensación de déjà vu, el Ministerio del Interior anunció ayer un nuevo descabezamiento de ETA. La redada, supuestamente tan trascendente como las cinco anteriores de igual naturaleza que se produjeron durante los últimos dos años, permitió el arresto del jefe de los comandos de la banda, Mikel Kabikoitz Carrera Sarobe, alias Ata, y de su lugarteniente, Arkaitz Agirregabiria.
El máximo responsable de las Fuerzas de Seguridad, Alfredo Pérez Rubalcaba, se apresuró a proclamar que el golpe a los asesinos, que tuvo lugar en el sur de Francia y en el que también cayeron los presuntos etarras Maite Aranalde y Benoit Aramendi, es «más importante» que el que acabó con Garikoitz Aspiazu, Txeroki, en noviembre de 2008.
«Han caído el jefe de ETA y quien iba a sustituirle», destacó el socialista a modo de balance antes de recalcar que, «dada la situación de ETA en este momento», el operativo resulta de una trascendencia capital.
«Desde el punto de vista operativo, el traspié de la banda es importante», repitió el titular de Interior previamente a revelar que Carrera era «el objetivo principal» de las Fuerzas de Seguridad españolas en estos momentos.
Asimismo, Rubalcaba puso de manifiesto que Aguirregabiria era el etarra «más buscado por la Policía francesa» por su presunta participación en el asesinato del policía galo Jean Serge Nerin el pasado mes de febrero.
No obstante, sin que ello suponga dudar de la veracidad de las palabras del ministro, lo cierto es que Carrera Sarobe lideraba la banda solo desde hace tres meses, ya que su jefatura se inició el 28 de febrero tras el arresto en el norte del país vecino del entonces número uno y jefe militar de ETA Ibon Gogesakoetxea.
Según los detalles facilitados por el responsable de Interior, los agentes de la Gendarmería controlaban desde hacía días el piso donde se escondían los cuatro presuntos miembros de ETA y, en torno a las 6,15 horas de ayer, un dispositivo integrado por al menos medio centenar de efectivos entró en la vivienda y practicó las cuatro detenciones.
En su intento por ponderar la trascendencia de la redada, Rubalcaba informó de que Carrera Sarobe fue el encargado de enviar los 1.500 kilos de explosivos a la base de la banda que fue desarticulada en el pueblo portugués de Óbidos. Tras desmantelar aquel polvorín, los investigadores constataron que parte del material descubierto salió de Francia, exactamente igual que la furgoneta interceptada en Zamora el 9 de enero, que podría haber sido alquilada en Besançón y cuyo destino era el zulo luso.
Para este cometido de establecerse al otro lado del Tajo Carrera contaba con al menos cuatro etarras: Iratxe Yáñez y Garikoitz García, quienes fueron detenidos en la provincia castellana, y Oier Gómez y Andoni Zengotitabengoa.
Ata, como sus antecesores, tenía la costumbre de despedir personalmente a sus subordinados cuando cruzaban la frontera para transmitirles las últimas consignas y entregarles las armas y el dinero. Por ejemplo, fue él quien también envió en agosto de 2009 al etarra Ibai Beobide, detenido en febrero de 2010, para coordinar varias células de la banda en Vizcaya y Guipúzcoa.
Por su parte, Maite Aranalde se dio a la fuga el pasado agosto cuando quedó en libertad bajo fianza tras abonar 12.000 euros y abandonar la cárcel madrileña de Soto del Real. Sobre ella pesa una orden de busca y captura dictada el pasado 1 de septiembre por el juez de Garzón.
Cuando el magistrado regresó de sus vacaciones, decidió revocar la libertad provisional de la que disfrutaba Aranalde por orden del juez Eloy Velasco y dictó su reingreso en prisión. Sin embargo, cuando las Fuerzas de Seguridad se dirigieron a su domicilio de Guipúzcoa, comprobaron que había huido.
De hecho, la situación fue tan rocambolesca que el fiscal general del Estado, Cándido Conde Pumpido, se apresuró a puntualizar que Aranalde, «fue puesta en libertad contra el criterio del fiscal».
Mientras, Benoitz Aramendi, etarra legal -no fichado- fue quien facilitó el piso a la cúpula de ETA y quien se encargaba de abastecer a sus integrantes. Aramendi fue el que, hace solo unos pocos días, trasladó a Ata, Agirrebabiria y Aranalde hasta el edificio donde se encontraba situada la vivienda en la que fueron arrestados, un inmueble que ocupaban con la máxima discreción en un intento, infructuoso por aparentar que estaba desocupado.
Las Fuerzas de Seguridad francesas detuvieron también a su pareja, Laettitia Chevalier, a la que, en principio, no se le atribuye demasiada responsabilidad en el aparato terrorista, por supuesto más allá de la colaboración y connivencia con las acciones de su compañero sentimental.
