El tenista español Rafael Nadal puso ayer fin al ‘maleficio Nole’ al derrotar al serbio Novak Djokovic para conquistar por octava vez consecutiva el Masters 1.000 de Montecarlo. El ‘número dos del mundo’ se impuso 6-3 y 6-1 al líder de la clasificación de la ATP, que sigue así sin poder ganar el torneo de la ciudad en la que vive. Además, el manacorí no solo ganó, sino que arrasó al serbio.
Pese a su tradicional contención a la hora de evaluar los partidos, el español no dudó en afirmar que sentía «algo increíble». «Para mí es mucho más importante la victoria que el dolor en caso de haber perdido. Siete u ocho derrotas no hacen diferencia. Volver a vencer, sí», añadió el deportista balear, que elogió a su rival y resumió su duelo en la cumbre: «Tienes que aceptar qué el deporte, es así. A veces pierdes, a veces ganas, y contra un jugador como Novak puedes esperar caer derrotado».
El subcampeón del torneo le devolvió la gentileza durante la ceremonia de entrega de premios, que estuvo presidida por el príncipe Alberto de Mónaco: «Rafa, eres un gran campeón y hoy mereciste el triunfo». «Tras siete veces, gracias por dejarme ganar esta vez», bromeó Nadal mientras Djokovic le palmeaba la espalda. No le quedaba más que eso al serbio.
En una primaveral tarde a pleno sol en el Monte Carlo Country Club, el español tuvo contra las cuerdas a su rival desde el primer punto. El hexacampeón de Roland Garros fue ampliamente superior al ‘número uno’ del mundo, que lo había derrotado en sus siete últimos enfrentamientos.
‘Nole’ comenzó el encuentro realizando un buen juego, pero pronto Nadal cambió la dinámica y en el primer set, el de Manacor se impuso por 6-3 tras romper dos veces el servicio al serbio.
En la segunda manga, las fuerzas se desequilibraron: Novak se vino abajo y no consiguió plantarle cara Rafa. El juego comenzó con dos roturas a favor de Nadal que puso un 0-4 en el marcador, pero el serbio no se rindió y consiguió un ‘break’ en blanco (1-4). Sin embargo, fue un espejismo, porque a partir de ese instante no volvió a conseguir ganar ningún juego más y el español cerró con un ace su impecable partido de 78 minutos de duración en el que Djokovic mostró una irregularidad que no es frecuente en él, aunque su rival tampoco le dejó practicar su mejor tenis.
Un grito de victoria contenido durante 20 meses brotó de la garganta de Nadal mientras bajó la ovación desde las gradas repletas en un escenario que lo adora, porque muchos de esos espectadores no recuerdan ya otro campeón que el zurdo español. Porque Montecarlo es ‘territorio Nadal’, un torneo en el que solo perdió una vez -en 2003 ante Guillermo Coria- y en el que ayer sumó su cuadragésimo segunda victoria consecutiva.
