Todavía queda una mínima esperanza en Japón para que la alerta nuclear no sea el «apocalipsis», tal y como aseguró el comisario europeo de Energía, Günther Oettinger. El Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) confirmó ayer que la situación en la planta nuclear de Fukushima sigue siendo muy seria. De hecho, la Agencia de Seguridad Nuclear del país aumentó la alarma hasta el nivel 5, el que corresponde a un accidente «con consecuencias de mayor alcance», al considerar que hubo «una filtración de radiación continuada». Sin embargo, el ligero optimismo llegó al conocer que la institución de la ONU sostuvo que no hubo un empeoramiento significativo desde el jueves.
De esta forma, la organización repitió su análisis del día anterior sobre la situación en esa central, que resultó gravemente dañada por la interrupción de suministro eléctrico a causa de la catástrofe natural de la semana pasada.
Graham Andrew, asesor científico de la agencia nuclear de la ONU, apuntó que las unidades uno, dos y tres de la instalación de Fukushima «parecen estar bastante estables». No obstante, el experto reconoció que existe una gran preocupación por la situación en las piscinas de combustible usadas en los reactores tres y cuatro de la central. «Nos movemos hacia una coyuntura que no cambia, lo que es positivo. Es cierto que la mitad de la sustancia empleada no está cubierta con líquido, algo que es malo. Pero al menos los niveles de agua en las unidades uno, dos y tres son estables», señaló.
Por otra parte, confirmó que en el reactor dos se inyectó líquido marino, lo que causó una nube de vapor, mientras que los cañones fueron utilizados en un intento de enfriar las barras de combustible nuclear usado en la unidad tres de la planta. Según Andrew, las autoridades japonesas continúan con sus esfuerzos para restablecer el suministro eléctrico a toda la central atómica. De hecho, varios generadores están ofreciendo energía eléctrica para los sistemas de refrigeración de las unidades cinco y seis, las dos menos afectadas.
Por otro lado, Renate Czarwinski, experta en radiación del OIEA, aseguró que las dosis de radiación registradas en la zona del desastre han bajado sustancialmente en las últimas jornadas. Por ejemplo, en Tokio, que se encuentra a 230 kilómetros de Fukushima, la radiación medida descendió desde un máximo de 0,5 microsieverts por hora el 15 de marzo hasta menos de 0,1 dos días más tarde. La exposición a 100.000 microsieverts por año es el umbral aceptado por los científicos para considerar evidente el riesgo de desarrollar un cáncer.
Así, Andrew precisó que con los niveles registrados en las ciudades japonesas, no existe por ahora ningún riesgo para la salud humana, «a menos que la situación empeore dramáticamente».
De cualquier modo, la actuación del Ejecutivo japonés no cesa en su intento por disminuir la tragedia. Cerca de 130 bomberos con camiones cisterna viajaron desde la capital a la planta para retomar las labores de enfriamiento de los distintos reactores. En total, siete camiones de las fuerzas de Auto Defensa verterán sobre los reactores más de 50 toneladas de agua.
Por su parte, la Unión Europea enviará material y personal técnico para participar en las labores de emergencia. El Gobierno alemán y el galo han sido los primeros en hacerlo, ofreciendo al Gabinete nipón robots que podrán emplearse en las tareas de neutralización de la crisis nuclear.
En concreto, estos aparatos pueden ser manejados a distancia, lo que permitiría a los técnicos en la planta nuclear analizar la situación en zonas altamente contaminadas y trabajar en ellas de forma segura.
