La Academia de Artillería de Segovia celebró ayer el acto de despedida de la 302 Promoción de Alféreces y de la XXIX Promoción de Sargentos Alumnos de la Enseñanza Militar, en una ceremonia oficial que se desarrolló en el patio de la Academia, con la asistencia de autoridades locales, encabezadas por la alcaldesa de Segovia, Clara Luquero, y presidida por el general director de la Academia, Alfredo Sanz y Calabria. En total, 29 alféreces y 50 sargentos recibieron, por un lado, el certificado de estudios, y por otro, el título de Segoviano Honorario.
Durante el acto, también se entregó el Premio Huelin (en honor al comandante de Artillería fallecido el 11 de abril de 1969 en acto de servicio, por accidente de helicóptero, en Guadalix de la Sierra, siendo profesor de la Academia), al teniente coronel Luis Algara. Además, se concedieron premios a los números uno de las distintas promociones: Rubén Arcos (alférez, 5º curso), Santiago García (sargento, 3º curso-Artillería de Campaña), y Javier Maldonado (3º curso-Artillería Antaérea).
“Hacer una España y un mundo mejor”
El general director de la Academia de Artillería de Segovia, Alfredo Sanz y Calabria, animó en su discurso de despedida a los alféreces y sargentos a “hacer una España y un mundo mejor”. “Para ello, toda esta Academia, desde quien les habla hasta el jardinero, ha hecho todo lo humanamente posible para estar a a la altura del mismo; ahora, la responsabilidad es suya, así que mantengan la vista en el futuro, porque el futuro les pertenece”, apuntó.
En su despedida a los alumnos, Sanz y Calabria, les recordó que han elegido una profesión “noble y honrosa, la profesión de las armas, en la que habrá momentos difíciles en los que necesitarán echar mano de todo lo vivido, de todo lo aprendido, de todo lo sentido, para hacer frente a la crisis…que llegará. Pero serán ustedes y nada más que ustedes, consigo mismos, los que tendrán que asumir la responsabilidad de sus propias decisiones. Háganlo”.
También destacó que desde la institución, sus profesores, apoyados por todo el personal de la Academia, “hemos tratado de darles la educación noble e ilustrada a la que se refería García-Loygorri, y que debería convertir en virtudes los valores que nos caracterizan: lealtad, rigor intelectual, laboriosidad y trabajo en equipo, e innovación permanente desde el respeto a la tradición”. “En un mundo cambiante como el que vivimos, es preferible regirse por principios que, al ser abstractos, siempre son más flexibles; antes que por recetas, ya que las más de las veces no se adecúan a la situación”. Y el general director de la Academia subrayó los “principios del arte de la guerra”, recogidos por la Doctrina española desde que los enunciara con algún matiz el general Vicente Rojo, infante y republicano: “voluntad de vencer, libertad de acción y capacidad de ejecución. Corazón, cabeza y manos”, concluyó.