Nueva masacre en Siria y el mundo sigue mirando impotente. Al menos 78 personas, mujeres y niños incluidos, han muerto en un ataque a la aldea de Mazraat al Qubeir, en Hama, que la oposición atribuye a las fuerzas del régimen de Bashar al Asad, y que éste niega, acusando una vez más a «grupos terroristas», como ya hiciera Gadafi en Libia. La indignación internacional crece mientras, sobre el terreno, los observadores de la ONU fueron atacados por el Ejército cuando se dirigían al escenario de esta nueva tragedia humanitaria.
El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki Moon, se mostró ayer «impactado» por la «indescriptible barbaridad» ocurrida en la zona. Así, instó al Gobierno del país árabe a respetar el plan de paz y poner fin a los asedios contra la población civil.
Precisamente, el enviado especial de la ONU y la Liga Árabe para Siria, Kofi Annan, urgió ayer a la ONU a una «rápida actuación» para evitar una «guerra civil total», según dijo durante una sesión especial de la Asamblea en Nueva York, tras las últimas y espeluznantes informaciones recibidas.
El equipo de observadores no pudo visitar ayer Mazraat al Qubeir, la aldea de la provincia de Hama. Soldados y civiles impidieron su entrada en el pueblo, según confirmó el jefe del equipo, el general Robert Mood, que aseguró que habían sido retenidos en los puestos de control de las fuerzas leales y «en algunos casos rechazados», así como que algunas patrullas de la ONU habían sido «paradas por civiles».
En Al Qubeir murieron al menos 78 personas, según un comunicado de los Comités de Coordinación Local, un grupo que aglutina a activistas, quienes indicaron que la mitad de los fallecidos eran mujeres y niños, entre ellos un bebé de tres meses de edad.
Uno de los testigos de la masacre relató que el Ejército rodeó y bombardeó la zona para preparar la entrada a pie de soldados y de miembros de los shabbiha, fuerzas paramilitares leales al Gobierno.
Esta superviviente explicó, sin revelar su identidad por miedo a represalias, que se escondió en un olivar de su familia y desde allí vio cómo las tropas y los combatientes afines atacaban a la población.
«Después de que los uniformados disparasen en una zona, los soldados entraron en las casas y las quemaron», añadió.
