La Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció ayer el fin de la pandemia de gripe A, 14 meses después de haber declarado el máximo nivel de alerta por la aparición de este virus, que ha matado a unas 19.000 personas. Pese a las críticas que ha tenido, la OMS hizo un balance positivo de su gestión.
«El mundo ya no está en la fase 6 de alerta pandémica. Hemos pasado a la etapa post pandémica», fueron las palabras de cierre a la crisis sanitaria de la directora general de la OMS, Margaret Chan, en una conferencia de prensa telefónica desde su Hong Kong natal.
La decisión de Chan se produjo tras considerar las recomendaciones del Comité de Emergencia de la OMS, que se había reunido unas horas antes y con el que dijo estar «plenamente de acuerdo».
Sin embargo, hace menos de un mes -el pasado 20 de julio-, este mismo Comité había decidido mantener el nivel máximo de alerta pandémica por la gripe A, debido a la suspensión de la reunión en la que debía tratar su eventual modificación.
Las razones que, según Chan, alegó ayer el Comité de Emergencia para dar por cerrada la crisis son el lento ritmo de propagación durante estos 14 meses y el creciente porcentaje de población inmune (entre el 20 y el 40 por ciento en algunas zonas).
La directora de la OMS aseguró que, si bien la fase de pandemia se da por concluida, esto «no significa que el virus H1N1 haya desaparecido» y defendió la utilización de las vacunas por si aparecen brotes con niveles significativos de transmisión del bacilo.
«Es un virus que todavía está circulando, pero en este tiempo hemos aprendido cómo funciona y ya no hay riesgo de que vuelva a haber una pandemia», añadió el número dos de la OMS, Keiji Fukuda.
«Aconsejamos -continuó- a los países que mantengan la vigilancia, pero desestimamos la posibilidad de que rebrote la pandemia».
Excedente de vacunas
Sobre el excedente de vacunas que muchos países desecharon -la OMS recomendó dos dosis por persona hace un año-, Chan observó que «es necesario» discernir entre las vacunas de corta vida y las de larga duración.
«Apoyamos la decisión de desechar las vacunas que ya no puedan ser utilizadas, pero recomendamos a los países que mantengan las que tengan una mayor duración», agregó.
Chan cerró filas en torno a la OMS y defendió que el organismo sanitario actuó con responsabilidad a la hora de imponer el principio de precaución ante un virus desconocido y cuya composición hizo temer que se trataba de una cepa altamente proclive a mutaciones peligrosas.
Sin embargo, más de un año después y con 350 millones de personas inmunizadas, el virus H1N1 ha dejado atrás menos de 19.000 fallecidos, una cifra alejada de la que provoca la gripe estacional, que registra entre 250.000 y 500.000 muertes anuales, según la OMS.
Ante la imparable propagación del estado de alerta y el gasto millonario de muchos países en la compra de vacunas, surgieron voces críticas desde el interior del organismo sanitario que preguntaron por qué no se hizo un estudio serio de las personas a las que se debía inocular.
