El menor de edad apodado el Cuco, juzgado por la violación y asesinato de Marta del Castillo, estaba «enamorado, obsesionado o encaprichado» con la víctima e iba mucho a buscarla, según declararon ayer ante el juez varios amigos de ambos.
En la sexta jornada del juicio contra este chico en el Juzgado de Menores de Sevilla, prestó también testimonio la madre de la mejor amiga de la joven fallecida, quien recordó que se temió lo peor cuando, a las cinco de la madrugada siguiente a la desaparición, llegó al piso del asesino confeso, que tenía «un fuerte olor a lejía y estaba demasiado ordenado», y su hermano le negó que conociese a la víctima.
Otros dos muchachos ilustraron que Javier G.M., apodado el Cuco, estaba «obsesionado, enamorado o encaprichado» con Marta, si bien otros testigos calificaron su relación como normal, mientras que fuentes de la Fiscalía matizaron que se trataba de «adolescentes con relaciones distintas» al concepto de los adultos.
Otro de los jóvenes llamados por el magistrado afirmó que, hacia las 01,30 horas en la madrugada del 25 de enero de 2009, llamó al imputado al móvil para que se uniese a la búsqueda de Marta y le notó con voz adormilada, lo que invalidaría la acusación de que a esa hora estaba participando en la operación para deshacerse del cadáver. Sin embargo, fuentes de la acusación que ejercen los padres de Marta se preguntaron cómo, si era tan amigo de la adolescente, fue capaz de acostarse pese a que desde las 00,10 horas sabía que ella había desaparecido.
Abogados personados en el juicio, que se celebra a puerta cerrada, destacaron de los testimonios oídos el hecho de que Samuel Benítez, que se enfrenta a ocho años de cárcel como cómplice, se unió tarde a las labores de búsqueda y que iba vestido con un suéter ligero pese a ser una noche muy fría.
Los primeros jóvenes citados durante la pasada jornada permanecieron con Marta, Miguel y el Cuco en una plaza hasta las 18,30 horas del 24 de enero de 2009, pero ninguno de ellos recordó detalles de la conversación, y solo uno relató que Marta les anunció que iba a ver una restauración en la imagen del Cristo de las Tres Caídas de la hermandad de la Esperanza de Triana.
Otros dos chicos contaron que hacia las dos de la madrugada acudieron al piso de la calle León XIII de Sevilla, donde supuestamente murió Marta, levantaron las persianas del salón desde la calle y vieron que dentro estaba oscuro y en silencio.
