Podrá parecer un hecho ficticio, aunque responde a la gran sorpresa de la jornada en la Liga: el Real Madrid no solo perdió por 1-0 contra el humilde Granada, sino que lo hizo con un gol en propia meta de Cristiano Ronaldo.
El equipo de Mourinho olvidó toda la intensidad puesta el pasado miércoles en el clásico contra el Barcelona por la Copa y regresó a las miserias del campeonato local. Expuso nuevamente sus dificultades para encontrar espacios ante una defensa cerrada y padeció la ausencia del suspendido Mesut Özil. El Granada, por su parte, vivió el debut soñado de su entrenador Julián Alcaraz, reemplazante del recién destituido Juan Antonio Anquela.
El cuadro andaluz sumó su segundo triunfo en los últimos tres encuentros y consiguió abandonar los puestos de descenso.
El Real Madrid parece estar cada vez más poseído por una doble personalidad futbolística. Mientras en los partidos contra el Valencia o el Barcelona en la Copa expone la versión con la que se consagró campeón la pasada campaña, en la Liga fracasa ante rivales tan inferiores como humildes.
Ya lejos del empate con sabor a triunfo ante los catalanes y toda la polémica generada después del clásico, el equipo de la capital española ofreció una nueva imagen de su irregularidad futbolística.
La escuadra visitante fue incapaz de generar una ocasión clara de peligro en los 45 minutos iniciales, aún cuando dispuso de su ofensiva titular casi al completo.
Quedó en evidencia que cuando falta Özil en la parcela ofensiva, el conjunto ‘merengue’ se pierde en un cortocircuito entre la delantera y la línea de mediocampistas. Mientras tanto, el Granada tuvo la inteligencia suficiente como para no perder el guión planificado.
El gol de los locales se produjo de la manera más insólita y con un autor aún menos esperado: un tiro de esquina desde la izquierda cerrado provocó que Cristiano, en su intento por despejar, enviara la pelota a su portería. La cara de incredulidad del luso fue proporcional a la de regocijo de los aficionados.
Así y todo, el bloque de Mourinho fue incapaz de reaccionar y su respuesta fue apenas un tibio disparo de Cristiano que se fue desviado.
En la segunda mitad, el técnico portugués apostó por los ingresos de Karim Benzema y José Callejón por Higuaín y Sami Khedira, pero el plan seguía sin funcionar. El conjunto madrileño se vio incapaz de abrir espacios una vez que necesitó salir a buscar el empate, mientras que el Granada tuvo la serenidad suficiente como para no quedar mal parado de cara a un contraataque visitante.
La única llegada clara del Real Madrid se produjo al final, cuando Toño le detuvo un mano a mano a Callejón y Benzema, en el rebote, envió la pelota fuera cuando disponía de la portería prácticamente vacía.
