En la historia de la Publicidad marcó un hito Manuel Luque, director general de Colón, como principal protagonista de la campaña.
Eran los años 80 y también había crisis. Hoy vuelven a ser los propios productores quienes dan prestigio y reputación a los alimentos que elaboran. Y más si proceden de la provincia de Segovia. Es el caso de la familia Gala Merino, de Escalona del Prado, que forman parte de los protagonistas de la campaña de la empresa multinacional alimentaria Danone.
Pedro Gala Mardomingo, María Luisa Merino Vega, y sus hijos Samuel, Diego y Elena Gala Merino están acostumbrados a ser estrellas, pues lograron hace dos años el primer premio al ‘Ganadero del Año’ en la categoría de mayor producción láctea, con más de 2.000 litros diarios.
En la campaña para las televisiones Marisa relata la historia de su explotación: “Todo empezó cuando Pedro volvió de la mili y decidimos casarnos; su padre nos dio 15 novillas y con ellas empezó nuestra explotación. Yo tenía entonces 22 años, pero en casa de mis padres yo ordeñaba a mano desde los 14. Pasamos tiempos difíciles, pero Pedro siempre empujaba un poquito más: es muy perfeccionista, siempre quería un escalón más en genética, en instalaciones, en maquinaria… Todo esto nos obligaba a invertir constantemente y yo tuve que especializarme en contabilidad y papeleo administrativo”, afirma esta ganadera y madre. “A mis hijos los tuve que enseñar desde pequeños a valerse por si mismos; cómo nos ganábamos la vida, de dónde salían nuestros ingresos. Ahora nos complementamos y todos hacemos el trabajo de todos, pero Samuel es un enamorado de las vacas, a Diego le encanta la agricultura y Elena ha conseguido ser veterinaria”.
Situada en un bello paraje de Escalona, la explotación es hoy modélica en toda la comarca. Desde el año 2007 en que la dotaron de los más modernos elementos y la trasladaron de lugar, han ganado calidad y confort, tanto los animales como los dueños de la explotación. Gracias a los robots de ordeño, a los sistemas de limpieza, y a las nuevas tecnologías, la granja y sus dueños son más felices. Toda una revolución, como lo fueron las lavadoras en la época del detergente Colón.
