El nuevo presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, ofreció ayer a las FARC diálogo a cambio de que entreguen las armas y renuncien al secuestro, y sostuvo que una de sus prioridades será reconstruir las relaciones con Venezuela y Ecuador, rotas durante el Gobierno de su antecesor Álvaro Uribe.
Santos fue investido como el 59 presidente de la historia republicana de Colombia en una ceremonia al aire libre celebrada en la plaza de Simón Bolívar, en el centro de Bogotá, desde donde posteriormente caminó junto a su familia hasta la Casa de Nariño, su nueva residencia y sede del Ejecutivo.
El mandatario estuvo acompañado durante la ceremonia por 5.000 invitados, entre ellos una veintena de jefes de Gobierno, de Estado, vicepresidentes y ministros de Exteriores, incluido el Príncipe Felipe de Borbón en representación de España.
Tras jurar respetar la Constitución, se dirigió, ante sus invitados, a la organización criminal Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) para ofrecerle diálogo y acabar con el conflicto que desangra al país hace 40 años. Pero les puso condiciones: «la renuncia a las armas, al secuestro, al narcotráfico, a la extorsión, a la intimidación».
«Mientras no liberen a los secuestrados, mientras sigan cometiendo actos terroristas, mientras no devuelvan a los niños reclutados a la fuerza, mientras sigan minando y contaminando los campos colombianos, seguiremos enfrentando a todos los violentos, sin excepción», advirtió el nuevo presidente.
Ésa fue su respuesta al máximo líder de las FARC, Guillermo León, alias Alfonso Cano, quien le propuso «conversar» para superar la «terrible situación» que vive el país, en un mensaje grabado en julio y colgado la semana pasada en internet.
Otro de los momentos clave de su discurso fue cuando se refirió a Venezuela y Ecuador. «Uno de mis propósitos fundamentales como presidente será reconstruir las relaciones con Venezuela y Ecuador, restablecer la confianza, y privilegiar la diplomacia y la prudencia», dijo Santos. «Queremos vivir en paz con nuestros vecinos, los respetaremos para que nos respeten», prosiguió, entre aplausos y ante los asistentes, entre los que se encontraban el presidente de Ecuador, Rafael Correa, y el canciller venezolano, Nicolás Maduro.
Correa rompió las relaciones con Colombia en 2008 tras un ataque militar a un campamento de las FARC en Ecuador, mientras que Venezuela lo hizo el mes pasado cuando Bogotá denunció ante la OEA la supuesta presencia de miembros de esa banda armada y del también criminal y colombiano Ejército de Liberación Nacional (ELN) en ese país.
«La palabra guerra no está en mi diccionario cuando pienso en las relaciones de Colombia con sus vecinos o con cualquier nación del planeta», argumentó Santos.
La respuesta del presidente venezolano, Hugo Chávez, a las palabras de su homólogo no se hizo esperar, y unas horas después de la investidura anunció que los cancilleres de su país, Nicolás Maduro, y de Colombia, María Ángela Holguín, se reunirán hoy en Bogotá para comenzar a recomponer las relaciones bilaterales.
Chávez adelantó que en esa cita es posible que se acuerde una reunión entre él y Santos, en los próximos tres o cuatro días. «Estoy dispuesto a voltear la pagina completa y mirar al futuro, y espero que podamos comenzar a reconstruir lo que (el ex presidente colombiano Álvaro) Uribe pulverizó: la confianza», dijo Chávez, que enjuició positivamente el discurso del colombiano. A pesar de esa opinión favorable, el político bolivariano se mostró cauto y agregó que, «ante los dichos, habrá que esperar los hechos».
