Los Reyes Felipe y Letizia fueron recibidos con aplausos y vítores por los ciudadanos en el primer Día de las Fuerzas Armadas que presidieron como monarcas. Un año más, la celebración estuvo marcada por la austeridad y consistió fundamentalmente en un acto solemne de homenaje a los caídos por España y un breve desfile militar en el que la única exhibición aérea fue el paso de la Patrulla Aguila dibujando en el cielo los colores de la bandera nacional.
Cientos de personas, la mayoría blandiendo banderas rojigualdas o pañuelos , se congregaron al mediodía en torno a la Plaza de la Lealtad y a lo largo del Paseo del Prado para presenciar los actos centrales de celebración del Día de las Fuerzas Armadas.
“¡Vivan las Fuerzas Armadas!”, «¡Viva España!”, “¡Viva la Corona!” se escuchaba entre el público asistente minutos antes de que hiciesen acto de presencia los Reyes, que fueron recibidos con aplausos y gritos de “¡Viva el Rey!”.
Vestido con el uniforme de gala de capitán general del Ejército de Tierra, Felipe VI pasó revista a las tropas seguido unos metros por detrás de la Reina Letizia, que lucía un traje de chaqueta blanco y con falda plisada y que charlaba amigablemente con el ministro de Defensa, Pedro Morenés.
Tras saludar a las autoridades presentes, entre ellas el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, la delegada del Gobierno en Madrid, Concepción Dancausa, el presidente de la Asamblea de Madrid, José Ignacio Echeverría y la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, los Reyes se situaron en una tarima colocada en la acera del Paseo del Prado, enfrente del Monumento a los Caídos por España.
Ése fue el momento más emotivo del acto, cuando la banda de música de la Guardia Real interpretó el himno ‘La muerte no es el final’ y Felipe VI se acercó al monumento para depositar a los pies del monolito una corona de laurel. Con el jefe de Estado en pie frente a la llama que arde de forma permanente ante el monumento, la banda interpretó los sones del ‘Toque de Oración’.
El acto solemne terminó con la salva de honor y el paso, a su término, de la Patrulla Aguila, que dibujó los colores de la bandera nacional en el cielo de Madrid y que supuso la única acrobacia aérea incluida en el desfile militar de este año.
Inmediatamente después comenzó la breve parada militar. Ante la tarima de autoridades y a lo largo del eje Prado-Cibeles desfilaron varias compañías de la Guardia Real, el Ejército de Tierra, la Armada, el Ejército del Aire y de la Guardia Civil, por ese orden.
Después del desfile, los Reyes ofrecieron una recepción en el Palacio Real de Madrid a cerca de 250 invitados, entre altos cargos del Ministerio de Defensa y algunos representantes de la cúpula militar y de comisiones de los tres cuerpos del Ejército.
Tras un besamanos en la Saleta Gasparini se ofreció un vino español a los invitados, iniciado con un brindis que el ministro de Defensa, Pedro Morenés, dedicado en especial “al primer militar” de España, esto es, al Rey.
