Naciones Unidas denunció ayer la muerte de al menos 50 civiles en ataques contra cinco hospitales y dos colegios en las provincias sirias de Alepo e Idlib, recordando que se trata de “una flagrante violación del Derecho Internacional”.
“Estamos profundamente preocupados por las informaciones sobre ataques con misiles contra al menos cinco instalaciones médicas y dos escuelas en Alepo y en Idlib”, expresó el portavoz de la ONU Farhan Haq.
Si bien no se detalló el balance, se sabe que al menos 23 civiles perdieron ayer la vida por el impacto de misiles en tres hospitales y una escuela en localidades bajo control de los rebeldes sirios.
Asimismo, al menos catorce personas murieron en la localidad de Azaz, en Alepo, por la caída de misiles en una escuela en la que se refugiaban familias que huyen de la ofensiva del Gobierno de Bashar al Assad y un hospital para niños.
Las bombas también golpearon otro refugio para desplazados al sur de la localidad y un convoy de camiones. “Hemos estado trasladando a decenas de niños gritando del hospital”,relató un médico, que confirmó la muerte de varios niños y decenas de personas heridas de gravedad.
En otro incidente separado, varios misiles impactaron en otro hospital en la localidad de Marat al Numan, en la provincia de Idleb, según denunciaron el presidente de Médicos Sin Fronteras (MSF) Francia, Mego Terzian, que apoyaba al centro. “Hubo al menos siete muertos entre el personal y los pacientes y al menos ocho miembros del personal de MSF han desaparecido y no sabemos si están vivos”, dijo.
Los residentes locales responsabilizaron a los bombardeos rusos, denunciando que los aviones del Kremlin fueron más numerosos y las municiones más potentes que las empleadas normalmente por el Ejército sirio.
“Fue destruido por la Fuerza Aérea de Estados Unidos. La Fuerza Aérea rusa no tiene nada que ver”, alegó, por su parte, el embajador sirio en Moscú.
En cualquier caso, el portavoz de la ONU recalcó que “estos ataques son una flagrante violación del Derecho Internacional”, apuntando además que “arrojan dudas sobre los compromisos asumidos por el Grupo Internacional de Apoyo a Siria (ISSG)” durante la reunión del 11 de febrero en Múnich, donde se acordó una tregua.
Pese a las acusaciones, el primer ministro ruso, Dimitri Medvedev, aseguró que su país no dejará de realizar ataques aéreos en Siria hasta que “llegue la paz” al país, al tiempo que advirtió a otros países de que no deben enviar tropas terrestres para combatir allí.
“Ninguno de nosotros necesita otra Libia, que quedó rota en pedazos, ni necesitamos un caos en el que varios territorios estén bajo el control de comandantes de campo o bandidos, independientemente de la retórica religiosa que utilicen como coartada”, señaló, a la vez que defendió mantener al país “unido”.
