Sin que aún se conozcan las causas del siniestro, dos supervivientes de la tragedia pudieron contar a sus padres, vía telefónica, poco después del incidente que «todo estaba oscuro, escuché un fuerte golpe. Todos los asientos salieron disparados y yo me quedé atrapada entre dos de ellos», contó una de las niñas, de 12 años, que tiene las dos piernas y un brazo rotos, según el diario belga Le Soir.
Mientras tanto, Di Rupo, que anunció que el país celebrará un día de luto nacional por las víctimas, acudió a primera hora de la tarde a territorio helvético, para estar al lado de las familias, que viajaron al lugar del accidente en un avión fletado por el Ministerio de Defensa.
Allí, el dolor era palpable, y es que varias de las víctimas mortales no habían sido identificadas al cierre de esta edición. Tampoco algunos de los heridos, con el fin de no crear confusión entre los afectados padres, que estuvieron acompañados en todo momento por un equipo de psicólogos.
Mientras, en las escuelas donde cursaban los fallecidos se reanudaron las clases, ya que, según fuentes de los colegios (situados en Herverlee y Lommel, dos pequeñas localidades de la región de Flandes), «es mejor seguir una vida normal en lugar de quedarnos con los brazos cruzados».
Las lágrimas y la tristeza fueron una constante en una jornada escolar que fue interrumpida por momentos, cuando decenas de personas se acercaron a los centros para depositar ramos de flores en las puertas de acceso a modo de improvisado homenaje a los alumnos y a los profesores que fallecieron en Sierre.
