El primer capítulo de la final de la Supercopa en el duelo de más grandeza de España, el clásico, recuperó el brillo del buen fútbol y apartó el de la polémica, en un encuentro en el que el Real Madrid mostró superioridad física ante un Barcelona al que salvó la calidad individual de Villa y Messi en sus dos únicas llegadas (2-2).
La temporada oficial comenzó con el mayor espectáculo posible. Un Bernabéu lleno. Ambiente de final. Nada hacía indicar que era mitad de agosto. Un título estaba en juego y poco importaba que fuese la Supercopa, el menos importante, para que los dos grandes del fútbol español protagonizasen un partido brillante.
Caras de incredulidad en el madridismo. Soplidos de respiro en los ‘culés’. Nadie creía lo que había visto en el Bernabéu. Los blancos pasaron por encima del Barça en fases del partido como nunca en los últimos años. Y al descanso se fue perdiendo y al final con un empate que le supo a poco. De nada sirvió su exhibición física. El cambio de mentalidad de Mourinho que pasó del trivote al tridente. Salió a morder con presión a su rival. Quiso el balón. Y hasta consiguió desfigurar al equipo de Guardiola.
El inicio de partido respondió a la pretemporada de cada equipo. El Barcelona llegó justo. Con jugadores importantes tocados en el banquillo. Sin Piqué en defensa, sufrieron Mascherano y Abidal como centrales. Faltó fluidez por la ausencia de Xavi y contención por Busquets. Se agarró al estreno brillante del chileno Alexis Sánchez. La agresividad inicial del Madrid pudo con todo.
Se sintió superior físicamente y quería aprovechar cada segundo. Sin noticias azulgranas, solo Valdés estaba a la altura de una final. Una brillante estirada a cabezazo picado de Benzema a los nueve minutos evitó el primero. Nada pudo hacer cuatro minutos después ante un desajuste defensivo.
Benzema recibió, aguantó y asistió a la llegada de Özil que definió con calidad.
El rodillo blanco se exhibió ante su enfurecida afición. El carrusel de clásicos del final de temporada dejó muchas cuentas por saldar.
La presión y la recuperación de balones en zonas de peligro hizo dueño al Real Madrid. Valdés volvió a intervenir a disparos de Xabi Alonso y el enchufado Benzema. Cuando el barcelonismo añoró la figura de Xavi, pensó que a Thiago le venía grande un duelo de tal magnitud y cuestionó la forma de los recién llegados Dani Alves y Messi.
A su primera llegada al área rival. En su primer intento de disparo marcó. Son cosas del fútbol y de los genios como el ‘Guaje’ Villa. Le vio Messi escorado. Encaró a Ramos y soltó un derechazo a la escuadra. Mantener el nivel físico era imposible. En cuanto el Real Madrid lo rebajó mínimamente fue castigado con una dureza excesiva porque al borde del descanso, apareció Messi para sacar provecho del único error.
A Cristiano le esperaban. Hasta entonces, recibió algunos silbidos cuando en un contraataque con desmarques de sus compañeros, intentó un disparo desde 40 metros por pura ansiedad. Lo compensó con un pase perfecto entre líneas a Benzema. Un mal control del francés evitó el gol.
Recuperó su identidad el Barça en el inicio del segundo acto y Mourinho dio entrada a Coentrao. Tocaban los azulgrana y a la primera acción de peligro el Real Madrid empató. Xabi Alonso marcó tras un rechace de un córner.
El factor psicológico y la superioridad física madridista provocó que el Barça volviese a recular. El Real Madrid pasó a un juego más directo e incrementó la agresividad. Pepe perdonó el único error por alto de Valdés. Benzema una clara de cabeza. Cristiano buscó su gol sin éxito en una falta, con un disparo en semi fallo y otro potente que sacó el portero.
Los minutos pasaban y el espectáculo se acercaba a su final. No podía faltar la polémica. El Bernabéu y Cristiano pidieron un penalti de Valdés, que le tocó con la mano en la lucha por un balón. Minutos después lo pidió Pedro por derribo de Marcelo.
El 2-2 final deja todo para el miércoles en el Camp Nou. Las fuerzas están igualadas.
