En una mañana fresca y soleada, característica del mes de mayo, el Acueducto contempló, a sus pies, a varios centenares de mujeres, todas ellas vestidas a la antigua usanza de Segovia. Tanto llamó la atención la concentración entre los turistas que a mediodía de ayer admiraban el monumento romano que incluso se pudo ver a varios grupos de japoneses mezclarse con las mujeres, posiblemente con la creencia de que se trataba de alguna fiesta “typical spanish”. Si así pensaron, no se equivocaban. Se trataba de la romería de la Virgen de la Fuencisla que, desde mediados de los años 90 del siglo XX, se verifica cada segundo fin de semana de mayo.
La idea que tuvo Magdalena Sanz, una mujer del barrio de San Lorenzo que se empeñó en reunir a una multitud de mujeres ataviadas con el traje típico segoviano para ir a alabar a la Virgen de la Fuencisla, ha acabado por triunfar. “Cada año vienen más mujeres”, explicaba ayer Cristina Olalla, una de las organizadoras.
Desde los arcos del Acueducto, las mujeres peregrinaron al santuario de la Virgen de la Fuencisla, por la Cuesta de Santa Lucía, acompañadas de dulzaina y tamboril. Había romeras de la mayoría de barrios de Segovia (Santo Tomás, San José, San Frutos, San Millán, Santo Tomás, Cristo del Mercado, Nueva Segovia, San Lorenzo…) y de al menos media docena de pueblos de la provincia (Valsaín, Aldeanueva del Codonal, Casla, Navafría, Cantimpalos…)
Con alegre caminar, el desfile alcanzó en un santiamén la morada de la patrona de Segovia. La espera de las mujeres al inicio de la celebración de la eucaristía permitió ofrecer un bello espectáculo, pues esta romería se ha convertido en un excepcional escaparate de los más granado de la indumentaria femenina segoviana, en el que se pueden admirar los más preciosos manteos, jubones o monteras. Y así, mientras alguna mujer chuleaba de ‘Cristo Tripero’, otra se jactaba de su faltriquera y, un poco más allá, se oían voces discutiendo por el valor de unas viejas enaguas. Luego tuvo lugar la misa, con la obligada ofrenda a la Virgen, y para acabar la fiesta, comida de hermandad en ‘Lago’, con 240 comensales.