ETA vuelve a irrumpir en la campaña electoral, esta vez sin armas, tras el comunicado que anunciaba su fin, pero sí con las palabras. En una entrevista publicada ayer por el diario Gara, la banda reafirma su compromiso de «resolución del conflicto» y sostiene que «el desarme está en la agenda». Sin embargo, plantea su abandono de las armas en el «marco de una negociación directa con el Estado en la que se debe abordar la vuelta a casa de todos los presos y exiliados políticos vascos, y la desmilitarización de Euskal Herria y Navarra con la salida de las Fuerzas de Seguridad del Estado».
Preguntados los portavoces de la organización acerca de la posibilidad de que ni España ni Francia acepten esa negociación, contestan que «eso dificultaría la situación, en la medida en que el proceso requiere de su participación». Según ellos, la «resolución política» debe nacer de un proceso de diálogo con «los agentes políticos y sociales vascos» y con el respaldo de una consulta popular.
Los representantes de la banda rechazan que su decisión sea fruto de una derrota policial y aseguran que está ligada al «momento histórico». Asimismo, sitúan su origen una década atrás, «cuando consideramos que había condiciones para el cambio» en el País Vasco. Diez años, por cierto, en los que la banda prosiguió su actividad delicitiva llegando a sumar 35 personas asesinadas.
Precisamente sobre las víctimas subrayan que «existe una gran utilización política y manipulación» y aseguran que la principal víctima «es Euskal Herria».
La entrevista a los miembros de ETA provocó ayer multitud de reacciones. Así, el ministro del Interior, Antonio Camacho, aseveró que «no hay ningún elemento para poder dudar de la seriedad» del fin de la violencia. El socialista recordó, además, que la banda dio ese paso «forzada» tras ser «derrotada por la democracia».
Por su parte, la candidata de UPyD a la Presidencia, Rosa Díez, aseguró que la entrevista solo demuestra que «los terroristas siguen «queriendo tutelar la democracia en plena campaña electoral». En la misma línea, el presidente del PNV, Íñigo Urkullu, denunció que ahora ETA pretende influir en las elecciones con unas palabras en las que «falsea» la historia.
Mientras, la Asociación de Víctimas del Terrorismo pidió al próximo Gobierno que «no caiga en la trampa» y no realice ningún tipo de concesión a la banda.
