El Atlético de Madrid festejó ayer una nueva victoria, la segunda goleada consecutiva, con Falcao como protagonista, en un duelo que reafirmó sus altas aspiraciones en esta temporada frente a un gris Sporting de Gijón, doblegado por la superioridad local (4-0).
De la clase de Turan, que exhibió sus innumerables recursos técnicos, en el regate o en su facilidad para visualizar casi siempre el mejor pase; del buen trato del balón y la movilidad en el medio; de las arrancadas por banda del brasileño Filipe Luis y el portugués Silvio y de los remates de Falcao surgió un Atlético notable.
El colombiano protagonizó la mayoría, como un penalti no pitado por Iturralde González, un gol legal anulado a un cabezazo suyo tras un córner o un intento acrobático a las manos de Iván Cuéllar, un muro para el Atlético durante casi media hora, hasta que una media chilena de Falcao, con un toque definitivo en Lora que significó el merecido 1-0.
El equipo madrileño ha ganado en poder aéreo este curso. No hay prácticamente ningún balón que sobrevuele el área rival sin que la toque o roce algún futbolista atlético, casi siempre Falcao, que se impuso en todos los saltos a la zaga rival y que perdonó el 2-0, esta vez con el pie, a pase de Silvio ante un Sporting con poca capacidad de reacción antes del descanso.
Del control madrileño se pasó a una segunda parte que prometía más equilibrio. Hubo dudas durante 20 minutos, el tiempo que tardó el Atlético en retomar el ritmo del duelo, exactamente hasta que Falcao estrelló un balón en la cruceta y Domínguez cabeceó un córner para sentenciar el choque.
Zanjado el asunto del resultado, el Atlético aún tuvo tiempo de ampliar su renta. Marcó dos goles más. Los merecía Falcao. Incansable en pelea, en movilidad, en desmarques, en saltos y en remates. Dos golazos, uno en una jugada individual en el área y otro en un cabezazo imparable. Espectacular.
