El Ministerio de Agricultura ultima la elaboración de un plan para lograr una mayor internacionalización del sector agrario y alimentario de acuerdo con el Departamento de Industria y Comercio. El objetivo de este proyecto se resume en lograr un aumento de las exportaciones y a mejor precio como instrumento de apoyo al conjunto de los sectores del campo y de la alimentación. Para ello, es indispensable el mantenimiento de los mercados tradicionales o históricos, pero, a la vez, ganar nuevos clientes en países emergentes con posibilidad de pagar precios adecuados y, en conjunto, potenciar la marca España como un símbolo de calidad.
De cara al cumplimiento de esos objetivos, el departamento dirigido por Miguel Arias Cañete pretende una mayor coordinación en toda la política de ventas en el exterior. En el pasado, al margen de actuaciones conjuntas o de los planes de exportaciones que se han desarrollado en algunos países, la estrategia española de exportación ha pecado de falta de coordinación.
Por un lado, estaban las actuaciones del Ministerio. Por otro, las de Comercio a través del ICEX. Luego, las empresas alimentarias, fundamentalmente mediante la Federación de Industrias de Alimentación y Bebidas, con su estrategia individual. Y, por si fuera poco, algunas comunidades autónomas que ponían en marcha sus propios planes de exportación.
Cierto es que hubo actuaciones coordinadas. Pero, no fue siempre esa la tónica. El resultado final ha sido, en líneas generales, positivo, aunque con una eficacia mucho menor de la que sería posible con un plan más y mejor planteado, y con unos costes que se podrían reducir desde una estrategia conjunta.
Con una demanda interior agraria y alimentaria estabilizada o a la baja, la exportación ha sido en los últimos tiempos una de las pocas alegrías que ha tenido el conjunto de la actividad económica, aunque la misma sea muy mejorable, sobre todo, en lo que se refiere a los precios.
Exportar barato, como sucede en la actualidad, es una salida para eliminar o evitar excedentes y lograr un mejor funcionamiento de los mercados, pero no es el futuro. En la industria agroalimentaria, el valor de las exportaciones supone ya el 24% del conjunto de su facturación y el objetivo es que en los próximos años esa cifra llegue al 40% de las ventas.
En el sector agrario, la venta en el exterior del país es clave en el desarrollo del mercado del vino con unas ventas en el último año de más de 22 millones de hectolitros, una cifra récord que se supera mes a mes. Es la parte positiva.
La negativa es que los graneles siguen suponiendo más del 50% a una media de poco más de 0,30 euros el litro y que se trata de un vino que, en la parte más importante, es para cubrir las bajas cosechas en otros países comunitarios como Italia o Francia, aunque también va a otros nuevos mercados como China o para consolidar el ruso.
La exportación es clave en el sector del aceite de oliva. Frente a una estabilización de la demanda en el mercado interior en solo unas 550.000 toneladas, las ventas fuera de España marchan como un cohete hasta sobrepasar las 830.000 toneladas, una cifra superior a lo que era la producción media nacional hace menos de una década. El problema es que son ventas apoyadas, no en la calidad del producto, sino en sus bajos precios. La exportación ha sido importante para evitar más excedentes, pero no para elevar los precios.
El sector de las frutas y hortalizas tiene en la exportación su principal razón de ser, con unas ventas en otros mercados de unos 9.000 millones de euros. Si no fuera por los compradores extranjeros, no habría sector. El problema es que las exportaciones se mantienen a costa de precios bajos y que los profesionales deben afrontar serias amenazas. La primera, que el 90% de las ventas se hagan en el resto de los países comunitarios, donde cada día ganan más peso las importaciones de terceros países, como Marruecos.
Segunda, las dificultades para abrir nuevos mercados como Estados Unidos o Japón por las trabas fitosanitarias.
La exportación también es fundamental para mantener la actividad en el porcino, sector que comercializa fuera del país el 30% de su producción, o los huevos con el 15% de las ventas, posición de competitividad que en el futuro se podría perder al aplicarse las normas sobre bienestar animal. En los últimos meses ha sido importante la exportación de vacuno vivo a los países islámicos, con un impacto positivo en los precios.
Frente a estos sectores donde la exportación constituye una salida a la producción, hay otros donde las ventas en el extranjero no tienen apenas importancia para el funcionamiento de los mercados.
España carece de una industria láctea con mercados en el exterior. A poco que aumente la producción en períodos como el de primavera, la industria es incapaz de dar salida a ese excedente vía productos elaborados o leche en polvo, mientras el mercado español es el vertedero de todos los excedentes comunitarios, al ser un país fuertemente deficitario en leche.
Asimismo, España es en la actualidad un Estado deficitario en azúcar y en cereales y no disponemos de la necesaria competitividad para quitar a nadie en los mercados.
