Apenas “dos minutos”, según algunos testimonios, cambiaron para siempre la vida de C., un funcionario de prisiones destinado en el Centro Penitenciario de Segovia. Ocurrió el 17 de octubre de 2008 y entonces tenía 38 años, 16 de ellos en Instituciones Penitenciaras. Entre la una y media y las dos de la tarde, cuando se encontraba en un comedor de la prisión segoviana, fue agredido violentamente por un interno del centro, presuntamente un joven esquizofrénico de nacionalidad marroquí que, según varios testigos, llegó a apuñalarle con un ‘pincho’ o punzón metálico de fabricación casera, con una longitud superior a los 19 centímetros.
Con la presencia en la sala de juicios de numerosos funcionarios de prisiones destinados en Segovia, la Audiencia Provincial abrió ayer la vista oral contra el presunto agresor, A. A., de 33 años en la actualidad, y otros dos marroquíes que también cumplían penas en el Centro Penitenciario en el momento de la agresión —A. A. B. , de 33 años, y S. H., de 37—, acusados de colaborar con el primero. Se enfrentan a penas de entre 12 y 14 años de prisión el primero, y de entre 7 y 9 años los otros, ya que la fiscal y el letrado de la acusación particular, respectivamente, consideran que son autores de un delito de asesinato en grado de tentativa. Por su parte, las defensas solicitan la libre absolución en los tres casos.
El presunto autor de la agresión se acogió al derecho a no declarar, y lo justificó asegurando que no recuerda nada de lo sucedido, aunque antes sí mostró su desacuerdo con los delitos que le atribuyen. Sin embargo, con la cautela a la que obliga la presunción de inocencia, hay que señalar que fueron numerosos los testimonios que apuntan a que se trata del agresor. Así lo indicaron los otros dos acusados, especialmente A. A. B., y la propia víctima, que relató con firmeza aunque afectado por revivir lo ocurrido, la brutalidad de la paliza que sufrió y que, según su testimonio, comenzó “por la espalda”, “con un fuerte golpe en la cabeza” y sin que antes se hubiera producido una discusión — “ni media palabra”, señaló—.
“Para mí que su objetivo no era otro que matarme”, aseguró C., quien también dijo que le golpeaba “como loco”. Otros testigos, entre ellos varios funcionarios de prisiones que vieron al presunto agresor justo después del suceso, señalaron que A. “venía enloquecido”, “muy violento” o “fuera de sí”. También relataron que iba descamisado, con el ‘pincho’ en la mano y llegó a lanzar una silla contra una cristalera.
En cuanto a la participación de los otros dos, se mantiene en los testimonios de internos del centro penitenciario a funcionarios del mismo, especialmente el de un colombiano que no asistió al juicio porque se encuentra fuera de España. Sí declaró, por videoconferencia, otro ex interno, J. F. M. M., quien explicó que otros “magrebíes” sujetaron y empujaron al citado interno colombiano cuando éste intentaba apartar al agresor cogiéndole de los brazos. Se refirió a dos implicados como “uno alto y uno bajo”, descripción que coincide con los dos acusados de colaborar en el intento de asesinato.
El funcionario agredido, actualmente jubilado por incapacidad permanente, sufrió heridas por arma blanca, además de abrasiones, erosiones y contusiones, de las que tardó en curar seis meses y sufre como secuelas trastorno neurótico grave por estrés postraumático y síndrome ansioso-depresivo, por lo que todavía precisa de tratamiento psiquiátrico. De hecho, ayer, comentó que a raíz de este juico ha sido necesario intensificar la medicación que tiene prescrita.
