La Unión Europea (UE) comenzó el nuevo año con una mezcla de prudencia y tibio optimismo ante quienes quieren ver, en el último tramo de 2013 o el comienzo del siguiente, el inicio del final de la crisis, y el grupo de los pesimistas que siguen sin avizorar signos alentadores y tampoco se atreven a certificar cuándo se producirá la salida del túnel.
Al respecto, la cacofonía entre expertos, analistas, economistas o agoreros fatalistas, es fiel reflejo de que la economía no es una ciencia exacta y que para intentar auscultar sus secretos en muchas ocasiones es necesario recurrir a métodos alternativos, en las antípodas de las cátedras universitarias.
«En el Viejo Continente existe ahora, más que nunca, una imperiosa necesidad de insuflar optimismo a la población, aunque muchos líderes políticos solo manejen datos provisionales y todavía nadie se atreva a poner fecha exacta a la salida de la crisis. Nos movemos entre los buenos deseos y la astrología económica, es decir, la necesidad de noticias alentadoras. Es un intento por encontrar respuestas a una situación que es todavía muy difusa e incierta. Muchos creen poseer la bola de cristal, pero en realidad no lo tienen nada claro», aseguró hace unos días Jacques Pelkmans, experto del Centro para Estudios Políticos Europeos, uno de los think tank más prestigiosos de Bruselas.
Bajadas
Más allá de futuribles y buenos deseos, los datos objetivos para muchos de los socios del sur del euro no son muy halagueños en 2013: según las últimas previsiones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, España sufrirá este año una caída del Producto Interior Bruto del 1,4% como consecuencia de los recortes para reducir el déficit y la desaceleración para el conjunto de la zona euro.
Ante la crudeza de esos guarismos, y a pesar de su optimismo casi ontológico, el presidente saliente del Eurogrupo y primer ministro luxemburgués, Jean-Claude Juncker, optó esta semana por la prudencia, tras asegurar que el camino para salir de la espiral de crisis de deuda en la eurozona todavía «es tortuoso».
División
Además de las dos velocidades financieras, de una Europa más pujante y con menos desempleo (Alemania, Holanda, Austria o Finlandia), y otra que sufre los efectos de la austeridad (en el sur), en materia de presagios o vaticinios económicos también han surgido dos grupos: pesimistas y moderadamente (o razonablemente) optimistas.
«La superviviencia de la moneda única ya no está en juego», afirmaba recientemente un positivo editorial del rotativo galo Le Monde. «Grecia ya no es el epicentro de la crisis financiera mundial. La agencia Standard & Poor’s ha subido la calificación crediticia del país…se trata de una leve mejoría…muestra de que sale de la zona de máximo peligro. Después de cinco años de recesión, casi seis, aparecen los primeros signos positivos: Atenas podría volver a crecer en 2014», apuntaba su editorial de finales del pasado diciembre.
En ese mismo sentido, la presidencia semestral irlandesa de la UE además del presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, dibujaron un panorama mucho menos sombrío para el Viejo Continente de lo que se apuntaba en la última cumbre europea de diciembre pasado. De acuerdo con Van Rompuy, «2012 han marcado un cambio de rumbo en la crisis», un hecho que contribuirá a sentar las bases de una recuperación gradual de las finanzas europeas.
Y es que para el presidente irlandés, Enda Kenny, cuyo país asumió la presidencia del bloque el pasado día 1, se percibe una sensación de «vuelta a la normalidad», al período anterior a las fuertes turbulencias de la crisis de deuda.
