Como sucede en casi todos los ámbitos, también en el mercado laboral las adversidades se ceban con los más débiles, especialmente los jóvenes, que durante la actual crisis planetaria han visto cómo sus cotas de desempleo escalaban hasta máximos históricos. En el ámbito mundial, nada menos que el 13% de los ciudadanos de entre 15 y 24 años estaban sin trabajo a finales del pasado año 2009, una cifra que, a buen seguro, será mayor cuando termine el presente ejercicio.
Según explicaba ayer Steven Kapsos, economista de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que compareció en Ginebra para presentar el informe sobre Tendencias Mundiales del Empleo Juvenil 2010 con ocasión del Año Internacional de la Juventud de Naciones Unidas, «los jóvenes ya no saben dónde ni cómo buscar empleo».
Según dicho trabajo, de los 620 millones de jóvenes económicamente activos que hay en el mundo, 81 millones estaban desempleados a finales del 2009, el número más alto de la historia.
En porcentaje, el desempleo juvenil aumentó desde el 11,9% que registraba en 2007 al 13% del año pasado y, si se cumple la previsión de la OIT, tal cifra se elevará una décima a final de este año. No será pues hasta 2011 cuando las cosas mejoren para que tan demoledora estadística recoja un menos dramático 12,7%, tasa que, no obstante, seguirá siendo peor que la correspondiente a los adultos.
Además, y como sucede en todos los segmentos del mercado laboral, son las mujeres quienes se llevan la peor parte, de modo que en 2009 la tasa de desempleo juvenil femenina fue del 13,2%, en contraste con el 12,9 % del sector masculino.
Tan desalentador escenario hace que se comience a hablar de una generación perdida, que, en palabras de Sara Elder, economista de la OIT, engloba al «grupo de jóvenes desanimado que, después de una larga y frustrada búsqueda de empleo, se autoexcluye del mundo laboral».
Siempre según el estudio, en las economías en desarrollo -donde vive el 90% de los jóvenes- los trabajadores más inexpertos son más vulnerables al desempleo y la pobreza, por lo que la crisis se traduce en menor cantidad de horas trabajadas y en reducción de salarios para los pocos que pueden mantener un empleo formal.
En consecuencia, 152 millones de jóvenes -cerca del 28% de todos los trabajadores de esas edades en el mundo – estuvieron ocupados en 2008, pero permanecieron en la pobreza extrema al disponer de menos de un euro al día. «El resultado es que el círculo de la pobreza laboral persistirá, al menos, otra generación», auguró Kapsos.
Por su parte, la UE registró un aumento del 4,6% del desempleo juvenil en 2009, el mayor de la historia, especialmente acentuado en España y Reino Unido. A pesar de que «no hay recetas inequívocas», la OIT recomienda a los Gobiernos que no dejen de invertir en educación y que generen políticas de inserción laboral para los jóvenes.
