Sois unos mentirosos». Con la franqueza que suele caracterizar a los niños, uno de los alumnos de Infantil del colegio Madres Concepcionistas reprochaba a uno de los bomberos que participó ayer en el simulacro de incendio en el Alcázar el engaño del que el grupo había sido víctima cuando por la megafonía se les conminaba a abandonar la fortaleza por «motivos de seguridad». En perfecto orden, los niños salieron del Alcázar por la puerta de la Coracha, poniendo así a prueba una de las nuevas vías de desalojo del monumento recientemente abiertas y que permite una mayor comodidad y rapidez a la hora de una adecuada evacuación.
La participación de los alumnos del colegio fue quizá la principal novedad del simulacro con el que el Alcázar conmemora el incendio que hace casi 200 años devastó la fortaleza y que sirve como excusa para poner a prueba los sistemas de seguridad anti incendios de uno de los monumentos más visitados de España.
Conforme al plan inicialmente establecido, el simulacro comenzó con un presunto incendio en la cubierta del Alcázar, sobre la sala de la Chimenea, en la parte nororiental del castillo. La alarma detecta el humo y el responsable de seguridad informa a la gerencia del Patronato y al Archivo General Militar, que ubica sus instalaciones en la fortaleza. Tras verificar la gravedad del incendio, se avisa a los Bomberos, que desplazaron un camión autobomba con cinco integrantes que comenzaron a desplegar sus equipos mientras que el personal del Alcázar se distribuye entre equipos de evacuación, revisión y control conforme al plan de emergencias del castillo.
Rápidamente, se procedió a la evacuación del edificio, en la que ayer el personal y algunos turistas que visitaban el Alcázar ejercieron como figurantes para probar las distintas vías de evacuación habilitadas en el plan. Además, se probaron los sistemas de protección y salvaguardia de algunas obras de arte que están ubicadas en el interior del edificio.
Todas estas medidas se desarrollaron en el simulacro en un espacio de tiempo que apenas superó los diez minutos desde que los bomberos llegaron al Alcázar hasta que se dio por completamente desalojado el edificio; que fue muy valorado tanto por los responsables del Alcázar como por el cuerpo de Bomberos. Su responsable, José Luis del Pozo, señaló que estos ejercicios «sirven no sólo para comprobar la eficacia de los sistemas, sino para corregir algunas cosas que nos pueden servir para mejorar tiempos de respuesta». Asi pues, la «mentira» del simulacro es útil para una realidad que hay que esperar que nunca vuelva a producirse.