La mano asesina del presidente de Siria, Bashar al Asad, no descansa, y ayer, según la oposición, volvió a masacrar a la población, concretamente a 30 civiles. Y por si esto fuese poco, su Gobierno se burla del mundo entero, ya que ayer negó toda responsabilidad en la masacre perpetrada el pasado viernes en la localidad de Hula que costó la vida a 116 personas –confirmadas por la ONU-, entre ellas 34 niños, según ratificó el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores del país, Jihad Makdissi.
Así, desmintió la versión proporcionada por la oposición siria, que denunció al Ejército por bombardear durante 12 horas la localidad antes de entrar con tropas y mercenarios. «No se ha usado ni artillería ni armas pesadas. El único interés del Estado reside en la protección de los civiles», aseguró.
Por el contrario, los miembros de las Fuerzas de Seguridad no abandonaron en ningún momento sus posiciones y se mantuvieron en actitud de defensa propia. «Mujeres, niños y ancianos murieron a tiros. Ese no es el sello del heroico Ejército. No comerciamos con sangre siria», añadió.
Makdissi aprovechó, además, para anunciar la formación de una comisión de investigación judicial militar para esclarecer lo ocurrido en Hula y que presentará sus resultados en un plazo de tres días. «Se ha formado una delegación castrense para llevar a cabo una investigación. Los resultados serán anunciados en breve». Y señaló que «existe una sospechosa coincidencia en el tiempo entre estos últimos incidentes y la visita a Siria del enviado especial de la ONU y la Liga Árabe, Kofi Annan». Por ello, acusó a los grupos armados de intentar hacer fracasar el plan de paz de Annan y denunció que éstos «han cometido ya más de 3.500 violaciones del mismo».
«La inestabilidad es buena para los terroristas. Hay de Al Qaeda y takfiris (apóstatas), pero no les podemos permitir que utilicen este entorno, dure lo que dure la confrontación», advirtió. En cualquier caso, afirmó, «la solución para la crisis siria pasa por tender la mano al Gobierno».
En un acto de inmoral desfachatez, el régimen en Damasco siguió negando la evidencia de los hechos, en una guerra de opinión pública que tienen absolutamente perdida. De hecho, testigos y supervivientes de la masacre indicaron haber encontrado cartuchos de granadas de artillería y de tanques, que solo Al Asad emplea.
