Dos cooperantes españoles y una italiana, que trabajaban en los campos de refugiados saharauis cerca de Tinduf, fueron secuestrados en la noche del sábado al domingo por un grupo de hombres armados y vestidos de militares.
Los capturados son Ainhoa Fernández de Rincón, de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui de Extremadura, y Enric Gonyalons, de la ONG Mundobat. La tercera, de nacionalidad italiana, es Rosella Urru.
El responsable de seguridad de la autoproclamada República Árabe Saharaui Democrática (RASD), Mohamed Akeik, dijo ayer que una decena de secuestradores entraron desde Mali y atacaron la sede de recepción de extranjeros en los campamentos de refugiados al oeste de Tinduf. Así, las autoridades saharauis se refirieron a los captores, en un comunicado, como «terroristas», en posible alusión a extremistas islámicos, aunque el grupo Al Qaeda en el Magreb Islámico ha protagonizado secuestros en el sur de Argelia, Mali y Mauritania, pero nunca en la zona de los campos de refugiados saharauis controlados por el Frente Polisario.
De este modo, un helicóptero argelino y un contingente de unos 130 militares del Frente Polisario siguieron al vehículo en el que viajan los secuestradores de los tres cooperantes, según han informado fuentes del Polisario Jat Chahid, oposición interna saharaui. «Un helicóptero argelino está sobrevolando el coche, todavía en territorio mauritano», explicó el coordinador del Polisario Jat Chahid, Mahjoub Salek.
Además, Salek indicó que hay además un importante grupo de las milicias del Frente Polisario persiguiendo a los captores, para intentar evitar que crucen la frontera entre Mauritania y Mali. Ayer se encontraban a unos 180 kilómetros de Rabuni, pero aún en territorio mauritano.
Los vehículos del Polisario, según el coordinador, estaban a una distancia prudencial del coche de los secuestradores para mantenerse fuera del alcance de sus disparos. El objetivo de las fuerzas del Polisario, explicó Salek, es atrapar el comvoy de los captores cuando atraviese el mar de dunas que se encuentra antes de la frontera con Mali, y que con toda probabilidad ralentizará la marcha del coche.
Otra opción consiste en esperar a que se les agote la gasolina antes de atravesar el límite del país, según añadió el coordinador opositor, pero lo importante «es conseguir darles caza antes de que caiga la noche».
El Ministerio español de Asuntos Exteriores señaló ayer que «está realizando todas las acciones necesarias, con la máxima discreción», para asegurar la integridad física de los cooperantes y conseguir su liberación.
Según relató en Tinfuf Juan Bedialauneta, cooperante de la ONG Hegoa, Ainhoa Fernández de Rincón fue sacada de su módulo a la fuerza, tras romper los asaltantes la puerta, después de que la joven llamara a una compañera que estaba fuera del recinto, cenando con unos amigos, y le dijera que había hombres armados, vestidos de militares.
En otra zona, la número 3, continuó Bedialauneta, se encontraba Gonyalons, que «se cree estaba leyendo, porque había un libro en el suelo, y también parece ser que opuso resistencia».
Fuentes de la RASD señalaron también que este cooperante podría estar herido y testigos presentes en el lugar constataron que en la entrada de su modulo había manchas de sangre en el suelo y un casquillo de bala.
Rosella Urru, por su parte, se encontraba en la sección 1 y estaba sola, tras cenar allí con un grupo de personas que ya habían abandonado el lugar.
Gran labor.- Los compañeros de los tres cooperantes secuestrados coincidieron ayer en destacar su trabajo y compromiso con la ayuda humanitaria.
La española Ainhoa Fernández de Rincón, a quien sus compañeras definen como una chica estupenda y profesional, muy alegre y comprometida, estaba en los campos de refugiados saharauis desde septiembre del año pasado, y justo había vuelto de vacaciones. Fernández de Rincón es de Madrid, aunque trabaja como abogada en la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui de Extremadura, y estaba gestionando proyectos de la ONG. Precisamente ella, a raíz de la captura de las dos trabajadoras españolas de Médicos sin Fronteras en el campo fronterizo de Daabad (Kenia), había escrito en su facebook que «a los cooperantes hay que tratarlos como tesoros, porque es gente comprometida que cree en un mundo más justo».
