«Avergonzados» y «traicionados» por el Gobierno español. Así se sienten, según sus propias palabras, los 11 activistas canarios agredidos el pasado sábado en la ciudad de El Aaiún, cuando se manifestaban en favor de la autodeterminación del pueblo saharaui.
Ayer, las víctimas del ataque
-según ellos obra de policías marroquíes de paisano, aunque Rabat sostiene que fue una multitud «legítimamente encolerizada»- ofrecieron una rueda de prensa en Santa Cruz de Tenerife, en la que calificaron de «vergonzoso» el comportamiento del Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero, que, según su opinión, no solo ha «traicionado» al pueblo saharaui, sino también al español, que respalda en su mayoría la causa saharaui.
El Gobierno, por su parte, instó a los ciudadanos a respetar la legislación vigente en el Sáhara,
aunque no especificó si se trata de la ley marroquí o de las normas internacionales que, en realidad, son las que rigen en este territorio, cuya soberanía aún está en discusión y sujeta a un referéndum de autodeterminación que ha sido aplazado por Rabat durante décadas.
Además, el Ejecutivo español dio por buenas las explicaciones del Marruecos, que niega que fueran policías de paisano quienes agredieron a 11 de los activistas que desplegaron pancartas y una bandera saharaui en una calle de El Aaiún, capital del Sáhara.
Según reveló el secretario de Estado de Asuntos Exteriores, Juan Pablo de la Iglesia, el Gobierno no contempla llamar a consultas a su embajador en el país magrebí.
De la Iglesia dijo que aceptan la versión marroquí porque carecen «de elementos para avalar las opiniones de los activistas». Así, continuó, las lesiones se las provocaron «grupos que no eran partidarios» de la manifestación y no policías marroquíes.
De la Iglesia recordó que «lo que está fuera de duda es que los activistas participaron en una manifestación ilegal en la que se produjeron una serie de altercados».
El diplomático subrayó que España mantiene «una relación estratégica y de enorme riqueza» con Marruecos que debe continuar, apostó por el diálogo y descartó «el puñetazo encima de la mesa».
Los activistas, por su parte, retaron al Gobierno a que, si quiere reconocer la legitimidad de la ocupación marroquí en el Sáhara, «lo diga», porque las únicas normas que rigen en el territorio, según dicta la ONU, son la legislación internacional y el respeto a los derechos humanos. «No tenemos ninguna esperanza en el Gobierno español, confiamos en los ciudadanos libres, en la prensa libre y en que la presión internacional logre cambiar el rumbo del Sáhara junto con la presión de los saharauis», explicaron.
Tras las agresiones sufridas, los activistas han recabado partes médicos, en los que se reflejan policontusiones, pero sin daños internos, con los que quieren acompañar las denuncias que presentarán en la Subdelegación del Gobierno y eventualmente en los Juzgados.
La activista Sonia Díaz aseguró que nadie con sentido común duda de que fueron agredidos por la Policía marroquí vestida de paisano ni de la represión sobre los saharauis, ni siquiera Zapatero, «otra cosa son los juegos políticos». Si una manifestación pacífica de 11 personas es un delito, «exigimos que se nos aplique la legislación», añadió Díaz, quien subrayó que la aplicación de la legalidad en el Sáhara supondría el final de los encarcelamientos, arrestos y torturas, la realización de juicios justos, el cese de la expoliación de los recursos y la libertad de expresión y de manifestación.
Sobre la afirmación marroquí de que fueron ciudadanos particulares los que les agredieron, reiteró que se trataba de policías de paisano, de los que hay 7.000 en El Aaiún, y denunció que durante su estancia fueron espiados continuamente, con micrófonos en el hotel, teléfonos intervenidos y un taxista que los llevaba al que luego vieron con el uniforme policial.
Los agresores, antes de la manifestación de los activistas, ya tenían dispuestas banderas y unas 20 cámaras de fotos y de vídeo con las que grabaron el ataque, afirmó. Eran «policías o lacayos de la policía», con un «director de orquesta de bigote y pelo cano» que daba órdenes de golpearlos mientras filmaban la paliza, y ese hombre es el que luego supuestamente los rescató de los agresores.
